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Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

Las normas de César Millán (13 page)

BOOK: Las normas de César Millán
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La enseñanza con recompensas: los pioneros

En realidad no fue B. F. Skinner quien inventó la técnica moderna del adiestramiento animal basado en la recompensa. Fueron sus dos jóvenes ayudantes, Marian y Keller Breland. Bob Bailey amablemente nos entregó a mi coautora y a mí una copia de su vídeo educativo
Patient Like the Chipmunks
, que narra la historia del condicionamiento operante de Skinner y la fascinante historia de Animal Behavior Enterprises, fundada por los Breland en 1943. Por aquel entonces, según Bob, Marian y Keller ni siquiera estaban seguros de que el adiestramiento de animales fuera un medio de vida. Pero tenían claro que sabían hacerlo. Empleando métodos de condicionamiento operante, los Breland descubrieron el concepto de moldear. En lugar de esperar todo el día a que un animal actuara de un modo concreto y captarlo con una recompensa, empezaron a premiar al animal por cada pequeño paso que daba en la dirección deseada: un poco como ese juego de Caliente y Frío al que jugábamos de niños. Al final el animal acertaba y hacía exactamente lo que los adiestradores deseaban.

Su siguiente gran descubrimiento data de 1945. Patrick Burns, adiestrador de terriers jack russell de trabajo, escribe en la revista
Dogs Today
: «Al moldear cabriolas, los Breland observaron que los propios animales parecían prestar atención al ruido que hacían los interruptores manuales con los que daban las recompensas de comida. Keller y Marian Breland descubrieron poco después que un refuerzo acústico secundario, como un
click
o un silbato, podían comunicar al animal qué acción en concreto era recompensada y que lo podían hacer a distancia»
[9]
.

Los Breland lo llamaron
bridging stimulus
(estímulo de puenteo), término que su colega Bob Bailey abrevió al de
bridge
(puente) cuando era director de adiestramiento para el Programa de Mamíferos Marinos de la Marina de Estados Unidos. Normalmente, ese puente era un
clicker
o un silbato. De ese modo, los Breland y Bailey en realidad pusieron en práctica una forma primitiva de adiestramiento por
clicker
mucho antes de que la adiestradora de delfines Karen Pryor la popularizara a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990.

Según explicó Bob Bailey a Melissa Jo: «Lo único que hace el
clicker
es decir al animal que ha hecho bien lo que queríamos y que pronto habrá un refuerzo básico, comida o un juguete. Pero tenemos que hacer que al animal le merezca la pena. Es una de las cosas que intento transmitir. Tiene que ser apetecible para que el animal nos siga el juego. Da igual cuál sea el juego, es muy probable que el animal no lo hubiera hecho de haber vivido hace dos millones de años en el monte. No estaría sentado delante de una persona, o trayéndole un juguete a un niño, ni nada por el estilo. Estaría buscándose la vida. Pero en esa época el animal también tenía refuerzos secundarios.

»Cuando hacía algo, sucedía algo, y el resultado es que al final conseguía comida, por lo que modificaría su conducta para hacerlo más a menudo y solucionar de ese modo sus problemas. Por tanto, en realidad la primera en utilizar el puente fue la naturaleza. Los demás sólo somos seguidores e imitadores».

Durante treinta años los Breland y Bailey enseñaron a cientos de animales para que hicieran todo tipo de actuaciones, desde exhibiciones para empresas hasta parques temáticos, pasando por anuncios, programas de televisión y películas. También adiestraron a otros entrenadores de animales que posteriormente trabajarían en Busch Gardens, Disney World y Sea World. Animal Behavior Enterprises ha sido contratada por los principales parques de atracciones, como Marineland de Florida, Marineland del Pacífico, Parrot Jungle y Six Flags.

Cada sesión de adiestramiento de ABE nunca duraba más de veinte minutos —normalmente duraban menos, dice Bob— y se realizaban entre una y tres veces al día, dependiendo del tiempo de que disponga la empresa para preparar un espectáculo. El secreto del éxito de ABE radicaba en el control del tiempo y en la tasa de refuerzo. Curiosamente, al final Bob y su equipo no trabajaban casi nunca con los animales que habían adiestrado. Los contrataban para preparar y producir un espectáculo y para adiestrar a los animales de modo que cualquiera pudiera trabajar con ellos.

«Nuestros adiestradores trabajaban con los animales entre dos y seis semanas, según lo que tuvieran que hacer. Rotaban constantemente para que el animal trabajara con mucha gente y repetían siempre el mismo protocolo. Todos nuestros adiestradores siguen las mismas pautas. Teníamos un método que fue evolucionando con el tiempo. Si alguien nos propusiera una forma mejor, la usaríamos, pero tendrían que demostrar que realmente es mejor».

Bob nos explicó que cree que un adiestrador que realmente está dedicado a su trabajo se guía tanto por la filosofía como por el procedimiento, y su filosofía es elegir siempre que sea posible la recompensa sobre el castigo. «Creo que lo mejor para el adiestrador y para el animal es usar el procedimiento menos molesto para lograr o eliminar una conducta; lo cual no me impide emplear la fuerza o el castigo que sea necesario para detener una conducta peligrosa. Creo que un adiestrador orientado por su filosofía hacia el “correctivo”, u otros eufemismos para castigo, puede caer debido al estrés en procedimientos coercitivos que, en mi opinión, a menudo crean más problemas de los que solucionan».

Y añadía Bob: «No creo mucho en la ideología. Si encontrara un método ético más rápido que el análisis de conducta o el condicionamiento operante, si alguien me enviara un correo electrónico que me abriera una nueva puerta, abandonaría lo que estoy haciendo sin echar la vista atrás. No me caso con ideología alguna. Es ciencia. Es tecnología».

La revolución del
clicker

Desde principios de la década de 1990 el
clicker
se ha convertido en una de las herramientas más populares entre los adiestradores de perros. Nunca he usado un
clicker
porque siempre lo he considerado como una herramienta para crear nuevas conductas y no tanto como un elemento de rehabilitación. Sin embargo, al preparar este libro he visto a gente hacer cosas increíblemente creativas con ese instrumento tan sencillo. Se ha utilizado para todo, desde enseñar obediencia simple o modificar una conducta hasta adiestrar perros de trabajo para realizar tareas específicas o detectar el cáncer de mama. En el capítulo 8 encontrarás más detalles. Muchos de los profesionales que entrevistamos para este libro se mostraron entusiasmados con los múltiples usos del
clicker
.

Kirk Turner lleva más de veinte años adiestrando perros y llegó al
clicker
por su deseo de no usar la fuerza física con los animales. Nos explicó con detenimiento por qué prefiere emplear este instrumento tan versátil: «Me gusta porque básicamente lo que hago es expandir el cerebro del perro. Hago que el perro piense en positivo sin que entre en juego nada negativo. Tiene que pensar en qué es lo que le va a hacer llevarse alguna recompensa. Lo que hay que entender del
clicker
es que significa tres cosas: “Eso es justo lo que estoy buscando”; significa que la recompensa pronto llegará, y el
click
significa que el ejercicio ha acabado». Además, el
clicker
funciona muy bien a distancia. «Recuerdo ejercicios con familias. Hacía que formaran un círculo. Señalaba a uno de los miembros de la familia y le decía: “Haga lo que sea para que el perro vaya hacia usted”». El resto de la familia debía ignorar por completo al perro. Kirk se colocaba fuera del círculo y apretaba el
clicker
. De ese modo, cuando el perro iba hacia la persona que lo llamaba, la conducta quedaba señalada de inmediato desde cierta distancia.

También podemos usar el
clicker
para ir eliminando de forma paulatina la comida si se trata de un perro obsesionado con ella. «Tras haber trabajado esa conducta nos interesa entrar en una dinámica de recompensas intermitentes para no tener que estar premiándolo constantemente», dijo Kirk. Primero premia al perro con una chuchería siempre que actúa del modo deseado, luego le pedirá esa conducta tres veces antes de darle otra chuchería, y después tal vez siete veces. «Durante unos días puedo ir disminuyendo esas recompensas hasta acabar por no darle ninguna».

Bonnie Brown-Cali afirma: «El
clicker
es una herramienta maravillosa para modelar conductas en cuanto a obediencia, cabriolas, discriminación olfativa y tareas de perro guía. Enseño al perro que el
click
significa que la comida está en camino. Una vez que el perro entiende eso, puedo usar el
click
para modificar conductas. Es fundamental apretar el
click
en el momento oportuno, ya que eso le dice al perro que su última conducta va a ser recompensada. Por ejemplo, si quiero modificar la aversión que muestra un perro hacia un olor, puedo usar el
click
para cambiar su perspectiva. Ahora ese olor representa algo bueno. A partir de ahí puedo modelar una alerta para que el perro actúe siempre que localice ese olor. Si ya conoce la orden “sentado”, puedo decirle que se siente cuando perciba ese olor y apretar el
click
cuando lo haga. Como el
click
significa que la comida está de camino, puedo apretarlo a distancia para decirle al perro que lo que ha hecho está bien y que pronto tendrá su recompensa. Luego, cuando haya modelado la conducta, eliminaré la orden de “sentado” y el
clicker
».

La adiestradora de la corriente conductista Barbara De Groodt dice: «No soy una adiestradora de
clicker
per se. Lo uso para los perros muy activos o si quiero enseñar a un perro guía que haga algo especial para una persona discapacitada. También uso el
clicker
para quienes se exceden en sus elogios o en sus correctivos. Puedo devolverlos a un nivel de normalidad en lugar de seguir diciendo “¡buen perro!” todo el rato. El
clicker
los coloca en un registro más normal. El
clicker
no tiene emociones y siempre tiene el mismo significado».

Como señala Barbara, a menudo un excesivo elogio o entusiasmo puede hacer que nuestro perro se bloquee y no aprenda lo que tratamos de enseñarle. Siempre recomiendo una energía serena y autoritaria. En su informativo y a veces polémico blog Terrierman’s Daily Dose el escritor Patrick Burns sostiene que el
clicker
funciona para tanta gente porque ayuda a crear un estado de ánimo sereno y autoritario que prepara el terreno para una comunicación clara.

Escribe Burns: «Cuando Millán habla de ser “sereno y autoritario”; de lo que en realidad está hablando es de mandar menos señales, pero más claras. Fijémonos en un adiestramiento con
clicker
. ¿Qué hace un aprendiz de adiestrador con el
clicker
? Si el adiestrador está concentrado en que el
clicker
suene en el momento justo, ¿acaso juguetea con él? No. ¿Acaso habla? No. De hecho se supone que no debe moverse en absoluto. En el adiestramiento con
clicker
es éste el que habla, no la persona. ¿Acaso el
clicker
es autoritario? ¡Por supuesto! El
clicker
sólo manda una señal muy clara, una señal que dice: “Sigue por ahí, vas muy bien”»
[10]
.

¿Hacer
click
o no hacerlo?

Para algunos de los adiestradores entrevistados el
clicker
resulta demasiado opresor para modelar la conducta de un perro. Joel Silverman, que empezó como adiestrador con
clicker
de mamíferos marinos en Sea World antes de pasarse a los perros como presentador de
Good Dog U
en Animal Planet, dice: «Yo ya casi no uso el
clicker
. Los que piensan que el
clicker
puede solucionar cualquier problema de comportamiento en cualquier situación se engañan. Un perro muy agresivo que sólo quiere ir detrás de alguien no va a dejarlo sólo con chucherías,
clickers
, galletas o besos».

Mark Harden lleva treinta años como adiestrador profesional y ha trabajado prácticamente con todas las especies animales del cine y la televisión. «Con los perros no uso
clicker
s. No me gustan nada. Pero soy un mago del
clicker
con los gatos, los monos, las aves, los loros, todo eso. Por ejemplo, el
clicker
funciona muy bien con los gatos porque no están muy pendientes de mí. Están más centrados en la comida. Quieren su comida y el ritual. No están leyendo mi cara. Quizá uno de cada cien gatos me esté mirando. Y cuando lo hacen es escalofriante».

Sin embargo, al trabajar con perros Mark opina que el
clicker
puede bloquear la fluidez en la comunicación con el animal. «El
clicker
supone desperdiciar algo tan perfecto como una mano. Es decir, cuando trabajo puede que tenga en la mano un palo, una bolsa con cebo y trato de conseguir comida. Intento sincronizar mi remuneración. Mi teoría es que los perros con los que trabajo se encuentran muy en sintonía conmigo. Los perros saben interpretar mi cara a su manera. Mis sonidos. Mi lenguaje corporal. Son capaces de descifrar todo lo que hago. Por eso, para mí el
clicker
se convierte en un ruido anónimo que tienen que aprender a comprender. Y puedo hacer muchas más cosas con la voz. Creo que muy pocos usan de forma correcta el
clicker
y eso destroza toda sincronización».

Bob Bailey recuerda: «Los Breland fueron pioneros en el uso del refuerzo secundario como metodología, pero luego la noción del
clicker
cuajó y me temo que muchos decidieron que el
clicker
hace magia. Por supuesto, no es verdad».

El instinto: una verdad incómoda

Los Breland fueron los primeros que vieron que la ciencia del condicionamiento operante tenía determinados inconvenientes intrínsecos que había que superar y entender para que su empresa de adiestramiento de animales saliera adelante. De hecho, aquellos invonvenientes surgían de la propia madre naturaleza. En un artículo de 1961 titulado «The Misbehavior of Organisms» [El mal comportamiento de los organismos] Keller y Marian Breland describían su primera experiencia con el fracaso del condicionamiento operante basado en la recompensa: «Parece que, al trabajar con cerdos, pollos y mofetas, a menudo los animales aprendían una cabriola y luego empezaban a apartarse de la conducta aprendida para dirigirse hacia un comportamiento más instintivo, no reforzado y primario»
[11]
.

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