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Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

Las normas de César Millán (16 page)

BOOK: Las normas de César Millán
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He visto docenas de casos en los que un perro mayor sorprende a todo el mundo con su capacidad y su disposición para aprender. Mi íntimo amigo Daddy, ya fallecido, aprendió cosas nuevas y me ayudó con perros problemáticos hasta el día de su muerte, con 16 años. Cuando Daddy empezó a padecer los problemas típicos de la edad, me preocupé por documentar cada fase por la que pasaba para aprender a ayudar en el futuro a otras personas con perros muy mayores. El Senior Dogs Project es una organización maravillosa que educa y asesora a la gente sobre las necesidades específicas de los perros mayores y, en especial, todas las cosas maravillosas que nos pueden ofrecer
[4]
. El Senior Dogs Project sostiene que un perro puede aprender conductas nuevas y complejas a cualquier edad y lo demuestra compartiendo muchos casos.

Un ejemplo de ello fue Autumn, un cruce de husky y pastor alemán que ya tenía 10 años cuando fue adoptado por Laura Eland en Ontario, Canadá. En 2001 Laura escribió al Senior Dogs Project: «Cuando me entregaron a Autumn, me dijeron que no había sido adiestrado, que nunca había llevado un collar o una correa y que su apodo era
Estúpido
. Al principio, cuando vino a vivir con nosotros, se pasaba casi todo el tiempo sentado en un rincón, de cara a la pared. También gruñía cuando lo acariciaba o tocaba su plato. Llamé a un adiestrador de la zona, que diseñó un programa para que Autumn y yo lo siguiéramos en casa. Nada más acabar la primera sesión, vi que empezó a cambiar la personalidad de Autumn. Dejó de mirar a la pared y empezó a confiar en mí como líder. Dejaron de llamarle
Estúpido
y empezaron a decir cosas como: “Autumn es el perro más listo de la manada”. A sus 14 años Autumn se comporta como si tuviera 6. Es el más viejo de su clase, pero también el mejor».

Séptima norma: el aprendizaje no es una carrera

Al igual que las personas, no todos los perros tienen la misma capacidad para aprender. Los hay que aprenden rápido, otros despacio, y algunos lo hacen a distinto ritmo dependiendo de muchos factores, entre ellos, qué estamos tratando de enseñarles.

Jamás debemos comparar a nuestra mascota con otra de su edad. Aunque sean de la misma camada, su capacidad de aprendizaje puede variar mucho. Lo mejor que podemos hacer es pasar tiempo con nuestra mascota y observar cómo aprende y cómo evoluciona. Tenemos que estar pendientes de si está dispuesto a trabajar con nosotros y de si se muestra independiente y terco. Busque sensibilidades e identifique qué es lo que le gusta y le resulta gratificante tras mostrar una conducta.

Martin Deeley afirma: «En ocasiones su perro se distraerá y decidirá no obedecer al no entender lo que para usted es una orden familiar. No lo dude, su perro realmente quiere ser bueno y hacer lo que se le pide, así que ayúdelo. Hasta el perro más listo puede encontrarse con dificultades que ralentizan el proceso de aprendizaje. El motivo puede ser una interrupción, o la actividad que le está enseñando, o los instrumentos que utiliza, o que no esté familiarizado, o que esté asustado o frustrado, o las simples distracciones que hacen que el perro ya no esté atento. Hasta los perros que captan rápidamente determinadas órdenes pueden tener problemas con otras».

El secreto radica en la constancia. Aunque no estemos adiestrándolo de manera formal, podemos ver cada actividad como una oportunidad para enseñar. Martin promete: «Si lo convierte en una rutina, algún día alguien dirá: “Qué perro tan bien educado”. Y usted responderá: “Sí, tiene un talento innato”».

Octava norma: tenga en cuenta la raza

A veces se oye alardear de un perro con frases como: «Es un collie, que es la raza más lista de todas». A todos nos gusta pensar que nuestro perro es más listo que los demás, pero ¿qué queremos decir con «listo»? ¿Cómo sabemos qué es lo que hace que un animal sea más listo que otro? A un animal no podemos hacerle un test para saber su cociente de inteligencia ni pedirle las notas de selectividad. Aunque fuera posible sentar en pupitres a una mofeta, un cerdo y un cuervo, cada uno con un lápiz, y les hiciéramos preguntas, no podríamos comparar sus respuestas porque, en realidad, cada uno necesitaría un test diferente. Por naturaleza, la mofeta tiene una finalidad y unas relaciones con el medio ambiente totalmente distintas a las del cuervo o el cerdo.

Con los perros pasa lo mismo. Aunque todas las razas de perro pertenecen a la misma especie,
Canis familiaris
, la ingeniería genética del ser humano también ha creado a cada perro para un fin específico. Por ello, en realidad no podemos comparar los resultados de un imaginario test de inteligencia de un galgo con los de un beagle o un labrador retriever. Estas tres razas están diseñadas genéticamente para desempeñar distintas tareas en el mundo, por lo que tienen habilidades y debilidades intrínsecas que, en general, poco tienen que ver con la inteligencia. ¿Acaso un mecánico de coches es más listo que un poeta premiado con el Nobel? Tal vez sobre el papel el poeta tenga un cociente de inteligencia más alto, pero si se nos avería el coche no lo llamamos a él para que nos lo arregle.

La inteligencia es cuestión de percepción y la pregunta es: ahora mismo ¿qué significa listo para usted y para lo que quiere que se haga? Tal vez le parezca que su ágil y vivaz boyero australiano es el perro más inteligente del mundo, pero si se pierde en el monte y lo rescata un sabueso lento y tristón le prometo que querrá darle un doctorado honorífico mientras su boyero australiano sigue dando vueltas, tratando de encontrarlo. Se trata de averiguar qué necesidades y percepciones tiene usted.

Por supuesto, si hablamos de obedecer y de aprender cabriolas, los perros de pastoreo suelen hacerlo sin problemas y se los considera más listos por el modo en que manifiestan su inteligencia. Son perros que pueden aprender mates: como si un dedo fuera un ladrido, dos fueran dos, y así. Pero los perros de pastoreo llevan en sus genes la capacidad de entender las mates. El pastoreo es una tarea increíblemente compleja que requiere ser consciente de los movimientos y las distancias, conocer el espacio, poder responder al segundo e incluso ser capaz de planear una estrategia. Un perro de pastoreo se orienta sobre todo por la vista y siempre está pendiente de las señales visuales y los movimientos del ser humano y de los animales que lo rodean. Cuando me dicen: «Los perros de pastoreo son las razas más listas», también están diciendo que la inteligencia de dichos perros es la que más se asemeja a la del ser humano. Para mí lo que está por ver es si la inteligencia humana es para tanto.

Por supuesto, adiestrar es sobre todo ayudar a nuestro perro a florecer y a alcanzar su plenitud, usando todas las habilidades y la sagacidad de su ADN. Por ejemplo, un grupo de boyeros australianos manejando un rebaño de ovejas es un espectáculo cuya complejidad coreográfica supera en perfección al mejor ballet jamás representado. Pero nunca veremos a un collie de la frontera buscando bombas. Su mayor valor no es su nariz sino sus ojos, su aguda percepción del movimiento y sus reflejos. Como raza, no tiene el olfato de un sabueso, un basset, un pastor alemán, un belga malinois o un labrador.

Del mismo modo, cuando volvimos para ver cómo evolucionaba Viper, el perro del móvil —un belga malinois—, después de sus dos meses de rehabilitación con nosotros, Helen Lambert nos ofreció una demostración de lo bien que trabajaba el nuevo y equilibrado Viper. Mientras veía cómo encontraba aquellos minúsculos y escondidos componentes electrónicos, me parecía estar viendo la mejor película de policías jamás rodada en Hollywood. Tal vez no envíe a un terranova a localizar drogas por el olfato, pero si quiere ver una de las mayores hazañas del mundo fíjese en un terranova durante un rescate en el agua. Es como una película de acción. Contemplar a un perro mientras despliega sus mejores artes al trabajar es mejor —al menos para mí— que cualquier forma de entretenimiento creado por el ser humano. Y eso es lo que puede conseguir usted al adiestrar a un perro equilibrado: un pase gratuito de por vida al multicine de la naturaleza.

La elección de una raza equivocada para determinada tarea será un obstáculo para el adiestramiento que queremos. Bob Bailey recuerda entre risas: «Les contaré una anécdota bélica. Estábamos trabajando para un grupo militar, y uno de los animales que nos dieron era un basset americano. Su agotadora tarea consistía en localizar minas, y tuvo que entrenarse en la pista de obstáculos. Si conocen al basset americano, bueno, te miran con esos ojos tristones y con gesto lastimero. El caso es que nos parecía increíble que lo hubieran elegido, y desde el principio lo dejamos claro: “No es una buena elección. Seguro que se referían al basset inglés”. Hay una diferencia abismal: el basset inglés es un perro de trabajo. Realmente ése era el problema. Pero trabajamos durante seis meses con aquellos bassets americanos y estábamos felices, porque acabaron haciendo lo que queríamos, aunque nos llevó mucho tiempo».

Sin embargo, un adiestrador experimentado puede superar esos obstáculos, según Bob: «Mucha gente diría: “Es un animal muy lento”, así que ellos mismos se mueven despacio. Entonces el perro va más despacio, y la persona aún más, y el perro… y esto no debería ser así. Si aceleramos nuestro ritmo de trabajo, casi siempre lograremos que un perro supuestamente lento acelere el suyo. Si no lo conseguimos en un plazo de tiempo determinado, no hay nada que hacer. Al principio no debemos esperar grandes logros, pero al cabo de un tiempo el animal cambiará lo que podríamos denominar su ética laboral».

Más allá de las habilidades concretas de cada una de ellas, todas las razas de perro pueden aprender obediencia básica. Todas pueden aprender a responder a una orden e incluso a hacer cabriolas, dependiendo, claro está, de sus limitaciones físicas.

Bonnie Brown-Cali adiestra perros para rescates y para la detección de olores en el medio ambiente. A la hora de seleccionar candidatos para su adiestramiento, tiene en cuenta los rasgos de cada raza. Dice: «Para las labores de rescate busco perros algo obsesivos. Que les guste la repetición, con algo de instinto lúdico y cazador, pero con mucha capacidad de trabajo y que les guste relacionarse con su dueño. Una prueba muy sencilla es ver si un perro tiene el instinto de buscar una chuchería o un juguete, primero sin distracciones y luego con ellas. Prefiero trabajar con labradores por su instinto recuperador. Les encanta hacer tareas repetitivas. Sin embargo, hay muchos perros, incluidos los cruces de razas, que hacen el mismo trabajo una y otra vez. No se trata de la raza, sino del comportamiento instintivo y de la tarea que han de realizar. Un perro con instinto lúdico pero que se distrae fácilmente con su presa no se centrará en su trabajo».

En otras palabras, hay un ejercicio de adiestramiento e incluso una tarea para cada perro: incluido el suyo.

Historia de un adiestramiento triunfal: la agilidad de Angel

SueAnn Fincke, productora y directora de
El encantador de perros
, nos cuenta: «César me regaló un schnauzer miniatura, Albert Angel, de unos ocho meses. Angel había sido criado para el libro
¿Cómo criar al perro perfecto?
y era como un sueño. Pero al cabo de dos meses quise encontrar una actividad para Albert que no sólo fuera un reto para él, sino que además fortaleciera nuestra unión». Cuando SueAnn me habló de agilidad, le dije que era una gran idea. Los terriers como Angel pueden ser muy ágiles y al haberlo criado desde que era un chachorro sabía que necesitaba muchos desafíos físicos y mentales para sentirse feliz y satisfecho.

SueAnn llamó a Cara Callaway, dueña de Jump City Agility en Van Nuys, California, y se inscribió en un curso para principiantes. Se reunían una vez a la semana en un parque cercano.

SueAnn recuerda: «Las instalaciones se parecen un poco a una pista de circo: con túneles, estructuras con forma de A, neumáticos y balancines. El adiestramiento de la agilidad depende totalmente del refuerzo positivo. Cada vez que Albert Angel completa uno de los obstáculos de la pista recibe una recompensa. Sólo hay que insistir con el obstáculo hasta conseguirlo, y al final siempre hay recompensa. Como Albert y yo aún somos principiantes, lo recompenso con comida. Pero no le doy chucherías para perros. Albert tiene lo mejor: trocitos de carne o tal vez salmón. Y como recibe tantas recompensas en las dos horas que dura el entrenamiento, Cara me recomendó que no le diera de cenar después».

El adiestramiento de la agilidad depende básicamente de que nuestro perro y nosotros progresemos como equipo. La clave es la paciencia. Cada vez nos centramos en un obstáculo: una y otra vez, sin dejar de motivar y animar al perro hasta que termine la tarea. SueAnn afirma: «Aprendes a dar órdenes verbales, de modo que cuando se trata de recorrer toda la pista, el perro sabe qué obstáculo queremos que complete. César tenía razón: a Albert Angel le encanta la agilidad. Y resulta que se le da muy bien. Aún estamos en la etapa de principiantes, pero me muero de ganas por que llegue el día en que recorra con él toda la pista».

Novena norma: un éxito pequeño crea grandes recompensas

El cerebro de un cachorro, incluso el de un perro maduro, se cansa antes que su cuerpo. Entrenar y practicar nuevas conductas puede ser una forma excelente de quemar energía, por lo que adiestrar a nuestro perro es una manera estupenda de mantener su vida satisfecha y llena de retos. Pero para que el aprendizaje tenga una base sólida es mejor trabajar paso a paso, aumentando poco a poco, con sesiones cortas y suaves. Martin Deeley confirma: «A menudo esperamos que nuestro perro estudie en la universidad cuando ni siquiera ha acabado el jardín de infancia. Es mejor triunfar lentamente, con pasos cortos, que tratar de dar grandes zancadas y fracasar».

Nada tiene tanto éxito como el propio éxito. No sólo es importante acabar cada sesión de adiestramiento con buena nota: además tenemos que estar constantemente anticipando nuevas formas de conseguir que nuestro perro triunfe. Hacer algo que no sea conveniente puede resultar gratificante o quizá podamos estar recompensándolo sin saberlo. Martin opina: «Un buen ejemplo de ello es que nos encanta que los cachorros vengan corriendo y salten sobre nosotros; entonces los cogemos en brazos y los achuchamos. Antes de darnos cuenta pesan veinticinco kilos y hacen lo mismo con todo el mundo. Lo que para un cachorro estaba bien ya no lo está tanto para un perro de gran tamaño, incluso uno más pequeño que esté demasiado nervioso».

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