Read Anna vestida de sangre Online
Authors: Kendare Blake
—Alejaos de mí —gruño, o al menos creo que gruño. No puedo asegurarlo. No soy capaz de hablar con claridad.
Alguien dice:
—Oh.
Me enderezo para mirar hacia la casa. Está llena de luz roja. Palpita como un corazón y lanza un resplandor hacia el cielo nocturno. Luego implosiona con un horrible crujido, las paredes se derrumban sobre sí mismas y lanzan por los aires nubes de polvo, astillas y clavos.
Alguien me cubre para protegerme de la explosión. Pero yo quería verlo.
Quería verla una última vez.
Resulta curioso que la gente se creyera que acabáramos tan increíblemente magullados —y de tantas maneras interesantes— por el ataque de un oso. Especialmente cuando Carmel luce un mordisco idéntico a las heridas encontradas en el escenario de uno de los crímenes más horripilantes de la historia reciente de Thunder Bay. Pero nunca me deja de sorprender lo que la gente es capaz de tragarse cuando quiere.
Un oso. De acuerdo. Un oso mordió a Carmel en la pierna y a mí me lanzó contra un árbol después de que tratara heroicamente de librarla de él. Igual que Morfran. E igual que Thomas. Carmel fue la única que recibió un mordisco, o arañazos, y mi madre salió completamente ilesa, pero ya ves, este tipo de cosas pasan.
Carmel y yo seguimos en el hospital. Ella ha necesitado puntos y le han tenido que poner la vacuna de la rabia, lo que no resulta muy agradable, pero es el precio de nuestra coartada. A Morfran y a Thomas ni siquiera los ingresaron. Yo estoy tumbado en una camilla con el pecho vendado, tratando de respirar correctamente para no desarrollar neumonía. Me hicieron análisis de sangre para comprobar cómo estaban las enzimas de mi hígado, porque cuando ingresé tenía un color tirando a amarillo plátano, pero no había ningún daño hepático. Todo funcionaba con normalidad.
Mi madre y Thomas me visitan en turnos rotativos y una vez al día traen a Carmel en una silla de ruedas para que veamos el concurso Jeopardy en la televisión. Nadie quiere admitir que se sienten aliviados de que las cosas no salieran peor, o que por suerte salimos todos vivos, pero sé qué están pensando. Piensan que podría haber sido mucho peor. Tal vez sí, pero no quiero escucharlo. Y si es cierto, entonces hay una única persona a la que deberían agradecérselo.
Anna nos mantuvo con vida. Se arrastró con el hechicero
obeah
hacia Dios sabe dónde. No dejo de pensar en todas las cosas que podría haber hecho de otra manera. Trato de recordar si hubo otra forma de hacerlo. Pero no lo intento con demasiada intensidad, porque ella se sacrificó, mi hermosa y estúpida chica, y no quiero que haya sido en vano.
Alguien llama a la puerta. Levanto la vista y veo a Thomas de pie en el umbral. Aprieto el botón de mi colchón ortopédico para incorporarme y saludarlo.
—Hola —dice, acercando una silla—. ¿No te comes la gelatina?
—Odio la gelatina verde —respondo y la empujo hacia él.
—Yo también la odio. Solo estaba preguntando.
Me río.
—No hagas que me duelan las costillas, cabrón —sonríe.
Realmente me alegro de que esté bien. Luego se aclara la garganta.
—Lo sentimos por ella, ya sabes —dice—. Carmel y yo. Nos gustaba, aunque era algo espeluznante, y sabemos que tú… —se detiene y se aclara de nuevo la garganta.
Yo la quería. Es lo que Thomas iba a decir. Lo que todo el mundo sabía antes de que yo me diera cuenta.
—La casa estaba como loca —continúa—, como la de
Poltergeist
. No la primera película, sino esa en la que sale el viejo terrorífico —sigue aclarándose la garganta—. Morfran y yo regresamos después para ver si había quedado algo. Pero no había nada. Ni siquiera los restos de sus espíritus.
Trago saliva. Debería estar contento de que estén libres. Pero eso significa que ella se ha ido para siempre. La injusticia de todo esto me asfixia durante un segundo. Logro encontrar una chica con la que realmente podría estar, tal vez la única chica en el mundo y, ¿qué es lo que consigo? ¿Dos meses con ella? No es suficiente. Después de todo lo que ella sufrió —de todo por lo que yo pasé— merecemos algo más.
O tal vez no. De todas maneras, la vida no funciona así. No se preocupa por lo que es justo o injusto. Aun así, estar tumbado en esta camilla de hospital me ha dado mucho tiempo para pensar. Últimamente he pensado muchas cosas, sobre todo en puertas. Porque eso es en esencia lo que Anna hizo. Abrió una puerta, desde aquí hacia algún otro lugar. Y, por mi experiencia, las puertas pueden abrirse en ambos sentidos.
—¿Qué es tan divertido?
Miro a Thomas, sorprendido. Me doy cuenta de que he empezado a sonreír.
—La vida —respondo encogiéndome de hombros—. Y la muerte.
Thomas suspira y trata de sonreír.
—Entonces, me imagino que te mudarás pronto. A hacer lo que tienes que hacer. Tu madre comento algo sobre un
wendigo.
Me río entre dientes y luego me estremezco. Thomas me imita con poco entusiasmo. Está tratando de que no me sienta culpable, fingiendo que no le importa si me marcho o no.
—¿Dónde…? —empieza a decir, y me mira con atención, tratando de ser delicado—. ¿Dónde piensas que se fue?
Miro a mi amigo Thomas, con su cara sincera y seria.
—No lo sé —digo en voz baja. Un destello diabólico aparece en mis ojos—. Tal vez Carmel y tú podáis ayudarme a descubrirlo.
Lanzar una historia al mundo requiere mucho esfuerzo. Dar las gracias a todas las personas implicadas podría llenar otro libro, así que me pondré un límite. Gran parte del mérito lo tienen mi agente, Adriann Ranta, y mi editora, Melissa Frain. Ambas habéis logrado que
Anna vestida de sangre
adquiera fuerza. Ningún libro podría contar con mejores apoyos. También quiero dar las gracias a Bill y Mary Jarrett, propietarios del Country Cozy Bed and Breakfast de Thunder Bay, Ontario, por su hospitalidad y la información sobre la zona. Como de costumbre, quiero dar las gracias al equipo de calle, Susan Murray, Missy Goldsmith y mi hermano, Ryan Vander Vente. Gracias a Tybalt por ser comprensivo y a Dylan por la suerte.
Y por supuesto, gracias a los lectores, de todo tipo y en cualquier lugar.
Necesitamos más gente como vosotros.
KENDARE BLAKE, nació en Corea del Sur y creció en Estados Unidos, donde se graduó en Empresariales. Más tarde hizo un máster en Escritura Creativa en la Universidad de Middlesex en Londres y desde entonces sus relatos han sido publicados en diferentes revistas. En 2011 debutó con la novela
Sleepwalk Society
dirigida a lectores de entre 9 y 11 años, pero con la que sin duda ha dado el salto es con la serie
Anna vestida de sangre
(2012), de la que habrá una segunda entrega en 2013.
www.kendareblake.com