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Authors: Jorge Volpi

Tags: #Ciencia, Histórico, Intriga

En busca de Klingsor (56 page)

BOOK: En busca de Klingsor
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Una vez instalado en su nueva posición en Berlín, no pasa mucho tiempo antes de que Speer haga llamar a Heisenberg. Desde el primer momento, el ministro se ha sentido atraído por la posibilidad de construir un arma capaz de cambiar por sí misma el curso de la guerra. En la reunión que sostiene con él, Heisenberg se queja amargamente de la escasa importancia que se ha concedido hasta el momento a la investigación nuclear.

—En Estados Unidos, un proyecto similar habría recibido una atención inmediata —aguijonea a Speer.

El arquitecto parece comprender, y le solicita al físico más detalles sobre la energía atómica y su posible uso bélico. Con la paciencia que despliega en sus seminarios, Heisenberg le explica al ministro de Armamentos las líneas generales de la fisión, de los reactores y de las reacciones en cadena.

—Muy bien —se entusiasma Speer—. Manos a la obra. ¿Qué necesita para continuar con el proyecto?

—El presupuesto necesario para construir una máquina de uranio, un ciclotrón…

—Déjeme hacerle una pregunta directa, profesor —dice de pronto el primer arquitecto del Reich—. ¿Es posible que el uso de la energía atómica pueda llevar a la construcción de una bomba?

—Creo que sí —responde Heisenberg, imperturbable, pero de inmediato matiza—: Aunque temo que no podrá tenerse lista antes del final de esta guerra.

—¿Y piensa usted que los norteamericanos puedan llegar a construirla antes que nosotros? —insiste Speer con cierta alarma.

—Sinceramente, no lo creo —contesta Heisenberg, seguro de sí mismo—. Ellos han de tener los mismos inconvenientes que nosotros. Aunque sería posible tener a punto el esquema teórico de la bomba en unos cuantos meses, no sucede lo mismo con la cuestión técnica. Harán falta varios años antes de poder solucionar los inconvenientes materiales.

—Y entonces, ¿cuál es el sentido de apoyar esta investigación? —inquiere Speer.

—A la larga, quien tenga el control de la energía atómica, tendrá el control del mundo —sentencia Heisenberg.

Tras esta discusión, Speer acuerda concederle al proyecto atómico la categoría de
Kriegswichtig
(importante para la guerra), la última en el cuadro de prioridades bélicas pero que, en cualquier caso, le asigna recursos suficientes para continuar existiendo.

5

Dinamarca fue invadida «pacíficamente» por los nazis en 1940. Para lograrlo, los alemanes ni siquiera necesitaron combatir: se limitaron a cruzar la frontera y a instalar una especie de protectorado que, en un principio, intentó no perturbar la vida política danesa. Entonces a nadie parece preocuparle, por ejemplo, que Niels Bohr —medio judío por parte de madre— permanezca como director del Instituto de Física Teórica de la Universidad y éste, a pesar de su disgusto y de los ofrecimientos de Gran Bretaña y de Estados Unidos para trasladarse a su territorio, prefiere continuar en su patria el mayor tiempo posible.

En el otoño de 1942, menos de un año después de la incómoda visita de Heisenberg a Copenhague, la situación se transforma drásticamente. El rey abandona el país y Hitler decide integrar su territorio al Reich. El gobernador civil es sustituido por un hombre de las SS, el doctor Werner Best, y de la noche a la mañana el trato reservado a los daneses se endurece brutalmente, provocando no sólo la ira de la población, sino la puesta en marcha de unidades de resistencia que se dedican a sabotear los actos de las autoridades alemanas. Enfurecido por esta rebeldía, Best decreta la ley marcial y planea la eliminación de todos los judíos daneses por medio de una redada que se llevará a cabo el 1.° de octubre de 1943.

A mediados de septiembre, Bohr recibe una carta cifrada proveniente de fuentes diplomáticas suecas, en la cual se le informa que el arresto de judíos es inminente. Por primera vez desde el inicio de la ocupación, la situación de Bohr en Dinamarca se ha vuelto peligrosa. No tiene mucho tiempo para actuar. Ese mismo día, el físico se comunica con algunos de los líderes de la resistencia, quienes se ofrecen a ayudarle de inmediato, proporcionándole una vía de escape. El 29 de septiembre, Bohr y su esposa abandonan discretamente su casa y se dirigen a pie hacia el Musickby, el barrio de músicos situado en la zona de Sydhavn. Allí se reúnen las doce personas que, junto con los Bohr, tratarán de cruzar el Oresund rumbo a Suecia. Entre los prófugos se encuentran su hermano Harald, su hijo Ole y Edvard Heidberg, un famoso arquitecto y militante comunista.

Hacia las diez de la noche, el grupo se dirige hacia la playa, en donde un pequeño barco pesquero los aguarda para emprender el trayecto. Una hora más tarde, los catorce pasajeros suben a bordo de un carguero un poco mayor, el cual los conduce durante la noche hacia la bahía sueca de Limhamn, en donde desembarcan en las primeras horas del 30 de septiembre. Desde allí, los refugiados se trasladan por tierra hasta Malmö. Ese mismo día, Bohr toma un tren que lo lleva a Estocolmo, donde lo recibe el profesor Klein, antiguo asistente de Otto Hahn y Lise Meitner, en cuya casa habrá de alojarse. La operación para resguardar a Bohr y su familia es rigurosa y complicada. Varios oficiales, policías y soldados se turnan para mantener una vigilancia constante sobre él.

Después de entrevistarse con el rey Gustavo V, el príncipe coronado y diversas autoridades suecas para solicitar su ayuda con el fin de proteger a los judíos daneses, Bohr parte el 4 de octubre rumbo a Gran Bretaña a bordo de un avión Mosquito sin armas expresamente enviado por el gobierno de Su Majestad. Son las primeras horas del 6 de octubre. Al día siguiente vuela rumbo a Londres, en donde lo recibe el Servicio Secreto y el profesor Chadwick, uno de sus viejos amigos ingleses. Aunque toda la operación se supone sumida en el mayor de los secretos, el
New York Times
del 9 de octubre publica la siguiente noticia:

C
IENTÍFICO LLEGA A
L
ONDRES

El Dr. Bohr, danés, posee un nuevo invento atómico

LONDRES, 8 de oct. (AP). El doctor Niels Bohr, científico danés refugiado y ganador del Premio Nobel por sus investigaciones atómicas, llegó a Londres proveniente de Suecia, trayendo consigo lo que un danés en Estocolmo llamó planos para un nuevo invento relacionado con explosivos atómicos. Estos planos fueron descritos como de la mayor importancia para el esfuerzo bélico aliado.

En Londres, se encuentra con sir John Anderson, Canciller del Exchequer, fisicoquímico de carrera, y quien, por órdenes directas de Winston Churchill, ha sido nombrado responsable del proyecto atómico británico. Ante la sorpresa de Bohr, éste se encarga de ponerlo al tanto sobre los avances del proyecto atómico aliado.

—Tras las misivas de numerosos científicos dirigidas al presidente Roosevelt —entre ellas una del propio Einstein, le cuenta Anderson a Bohr—, por fin el 9 de octubre de 1941 éste tomó la decisión de autorizar la construcción de una bomba atómica a partir del proyecto desarrollado por Enrico Fermi en Chicago.

—No imaginé que el interés por la energía atómica en Estados Unidos hubiese llegado hasta ese nivel —dice Bohr sorprendido y preocupado.

—Tengo que decirle, profesor, que en esos momentos también nosotros poseíamos nuestro propio programa atómico, conocido bajo el nombre clave de Tubos de Aleación —Anderson no logra evitar un tono de orgullo al referirse a su propio trabajo—, encabezado por los profesores Frisch y Peierls, a quienes usted conoce bien desde la época en que eran alumnos de Heisenberg.

Bohr apenas alcanza a adivinar las dimensiones que el esfuerzo atómico aliado ha llegado a alcanzar en los últimos meses. Aunque siempre imaginó que los científicos británicos y norteamericanos estarían trabajando en ello, nunca pensó que hubiesen avanzado tanto durante los últimos meses.

—A partir de 1941 —continúa Anderson, imperturbable—, los comités británico y norteamericano comenzaron a trabajar coordinadamente, y en el verano de este año, un grupo de trabajo conjunto redactó una cuidadosa memoria sobre el uranio–235 necesario para construir una bomba. En julio de 1942, me permití dirigirle una comunicación al primer ministro Churchill, proponiéndole la unión de los proyectos atómicos norteamericano y británico, de modo que la bomba fuese construida por ambos países en territorio estadounidense —aunque no lo dice abiertamente, está claro que la idea no entusiasmó al primer ministro, pero Anderson calla sobre este punto—. El 19 de agosto de 1943, durante la conferencia que celebraron en Quebec, Roosevelt y Churchill firmaron el acuerdo de colaboración mutua entre Estados Unidos y el Reino Unido en materia de Tubos de Aleación.

Por si todos estos datos no bastaran para inquietar a Bohr, Anderson se encarga de contarle uno de los más grandes logros del programa: el 2 de diciembre de 1942, en la Universidad de Chicago, el equipo dirigido por Enrico Fermi ha llevado a cabo la primera reacción en cadena sustentable. Esto excede todas sus expectativas.

—A partir de ese momento, se han construido pilas similares a las de Chicago en varias partes de Estados Unidos, a fin de hallar la más apropiada para producir una explosión atómica.

—Sorprendente, sorprendente —es lo único que atina a decir Bohr.

—A partir de este año —termina Anderson—, los experimentos relacionados con el proyecto se han trasladado a un nuevo laboratorio secreto construido en algún lugar del desierto de Nuevo México. Lo dirige un viejo conocido suyo: Oppenheimer.

Esa misma semana, Bohr recibe una carta del gobierno británico en la cual se le invita a ser consejero científico en Tubos de Aleación. Sólo unos días ras tarde, el general Leslie Groves, responsable militar del Proyecto Manhattan, lo invita a sumarse a su equipo de asesores. En un alarde de ecuanimidad, Bohr responde a ambas cartas proponiendo un nombramiento conjunto; tanto Gran Bretaña como Estados Unidos acceden.

Bohr y su hijo Åage llegan a Estados Unidos el 6 de diciembre, donde cambian sus nombres por motivos de seguridad: a partir de ese momento serán conocidos como Nicholas y James Baker. Durante su estancia en América, los Baker no se convierten en residentes permanentes del Laboratorio Nacional de Los Álamos, pero sí realizan numerosas y prolongadas visitas.

Poco después se produce allí un descubrimiento decisivo: aunque se sabe que el U–235 puede ser utilizado como combustible de una bomba nuclear, se demuestra que el siguiente elemento en la tabla periódica, conocido como plutonio —uno de los «transuránicos» predichos por Hahn y por Fermi—, es fácilmente fisionable y uno de sus isótopos, el P–240, lo hace de modo espontáneo, sin necesidad de ser previamente bombardeado con neutrones. Los directores del proyecto no lo dudan un segundo: además de la bomba fabricada con U–235, se comienza a construir otra cargada con P–240.

6

La situación de Heisenberg en Alemania es muy distinta de la de Bohr. En noviembre de 1942, ha sido invitado por el ministro de Finanzas de Prusia, Johannes Popitz, a integrarse en el famoso Círculo de los Miércoles, un prestigioso grupo de discusión fundado varias décadas atrás, cuyos miembros se reúnen ese día de la semana para tratar asuntos relacionados con el progreso de la ciencia pero también —hay que decirlo— con temas menos elevados y más cotidianos.

Cada semana las sesiones del Círculo se llevan a cabo en las distintas casas de sus miembros y, según un preciso ritual, cada anfitrión ofrece una pequeña cena e imparte una breve conferencia sobre el tema de su especialidad. Entre los integrantes más destacados del Círculo —son un total de veintiocho—, destacan los profesores Eduard Spranger, Wolfgang Schadewaldt y Jens Jessen, así como el embajador Ulrich von Hasen, el médico Ferdinand von Sauerbruch y el general Ludwig Beck. Ni que decir que algunos de ellos serán piezas clave de la conspiración contra el Führer del 20 de julio de 1944.

Los miembros del Círculo comparten más o menos las mismas ideas políticas: nacionalismo a ultranza, rectitud moral sobre cualquier consideración práctica y un soterrado y silencioso odio hacia los nazis. Cuando se encuentran, nunca dejan de quejarse de los desatinos de
Schimpanski
, el nombre clave con el cual han designado al Führer.

La tarde del 5 de julio de 1944, Adolf von Reichswein, uno de los conspiradores integrados al Círculo Solf, se presenta de improviso en las oficinas de Heisenberg. Lo ha visto en varias ocasiones anteriores, gracias a su amistad con Ludwig Beck, Ferdinand von Sauerbruch y otros miembros del Círculo de los Miércoles. Sin preámbulos, Reichswein le pide a Heisenberg que se sume al golpe que se planea contra Hitler para los días siguientes. El físico, con su natural habilidad para desentenderse de cualquier decisión acuciante, les desea suerte, pero respetuosamente rehúsa participar. La violencia no va con él, se excusa. Unos días más tarde, Reichswein es detenido por la Gestapo junto con otros miembros del Círculo Solf. Nadie sabe quién lo ha delatado.

La noche del 12 de julio de 1944, se lleva a cabo la última reunión del Círculo de los Miércoles. Casualmente, le ha tocado a Heisenberg ser anfitrión. Con el fin de hacer más agradable la velada, ha preferido llevarla a cabo en las instalaciones del Instituto Kaiser Wilhelm, en Harnack Haus, donde se aloja por el momento. Para recibir a sus invitados, el físico ha preparado una conferencia que versa sobre dos asuntos distintos: en primer lugar, se refiere a la estructura de las estrellas; y en segundo, y derivado de lo anterior, se dedica a explicar, con exquisito cuidado, el proceso de fisión nuclear que se lleva a cabo en el interior de las mismas y discute la posibilidad de reproducir artificialmente el mecanismo.

Entre los diez miembros del Círculo que han asistido esa noche, se encuentran por lo menos cuatro hombres cuyas mentes difícilmente pueden concentrarse en las leyes del firmamento: Jens Jessen; Guido Beck, hermano del general; Ferdinand von Sauerbruch y Ludwig Diels. Todos ellos estarán, unos días después, en la primera línea de conspiradores.

7

El 19 de julio, Heisenberg sale precipitadamente de Berlín con la intención de visitar a su familia, que lo aguarda impaciente en su villa de Urfeld. Es ahí donde se entera por la radio, al día siguiente, de la fallida conspiración contra el Führer.

A partir del 21 de julio, las detenciones se suceden en masa. Himmler quiere desterrar por completo el espíritu subversivo que queda en el Reich. Miles de personas son arrestadas por el solo hecho de ser parientes lejanos de los conjurados o por haberlos conocido. Prácticamente todos los miembros del Círculo de los Miércoles son detenidos, interrogados, arrestados y posteriormente internados en campos de concentración o fusilados. Todos menos Heisenberg, quien goza de la protección de Himmler, Speer y Göring. Todos menos Heisenberg, cuya lealtad al Reich está a prueba de dudas.

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