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Authors: Frank Herbert

Tags: #Ciencia Ficción

Hijos de Dune (70 page)

BOOK: Hijos de Dune
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—¡Aforismos Bene Gesserit! —protestó Farad’n.

—Pero mucho más precisos —dijo Leto—. Las Bene Gesserit creían que podían predecir el curso de la evolución. Pero no tuvieron en cuenta sus propios cambios en el transcurso de esa misma evolución. Asumieron que ellas seguirían siendo siempre iguales a sí mismas, mientras su plan genético evolucionaba. Yo no tengo ese tipo de ceguera reflexiva. Mírame atentamente, Farad’n. Ya no soy humano.

—Eso es lo que me dice tu hermana. —Farad’n vaciló; luego—: ¿Abominación?

—Según la definición de la Hermandad, quizá. Harum es cruel y autocrático. Yo comparto su crueldad. Entiéndeme bien: Yo poseo la crueldad del granjero, y este universo humano es mi granja. Hubo un tiempo en que los Fremen poseían águilas como animales domésticos; yo tendré a un Farad’n domesticado.

El rostro de Farad’n se oscureció.

—Vigila mis garras, primo. Sé muy bien que mis Sardaukar terminarían aplastados tras un tiempo por tus Fremen. Pero también te heriríamos seriamente, y hay chacales que están esperando para abatirse sobre el débil.

—Te usaré del mejor modo posible, eso te lo prometo —dijo Leto. Se inclinó hacia adelante—. ¿Acaso no te he dicho que ya no soy humano? Créeme, primo. Ya no nacerán niños de mi bajo vientre, porque ya no tengo bajo vientre. Y esto me fuerza a mi segunda falsedad.

Farad’n aguardó en silencio, sabiendo finalmente en qué dirección iba la argumentación de Leto.

—Iré contra todos los preceptos Fremen —dijo Leto—. Ellos aceptarán porque no pueden hacer otra cosa. Te he traído aquí bajo la promesa de un compromiso, pero no habrá ningún compromiso entre tú y Ghanima. ¡Mi hermana se casará conmigo!

—Pero tú…

—He dicho casarse. Ghanima debe continuar la estirpe de los Atreides. Este es el objetivo del programa genético Bene Gesserit, que es también ahora mi propio programa.

—Me niego —dijo Farad’n.

—¿Te niegas a ser el padre de una dinastía Atreides?

—¿Qué dinastía? Tú ocuparás el trono por miles de años.

—Y moldearé a tus descendientes según mi imagen. Será el más intensivo, el más inclusivo programa de adiestramiento de toda la historia. Seremos un ecosistema en miniatura. ¿Entiendes?, cualquier sistema animal elige sobrevivir a través de un esquema basado en comunidades entrelazadas, interdependientes, trabajando conjuntamente con una finalidad común que es el propio sistema. Y este sistema producirá los más expertos soberanos jamás vistos.

—Pones palabras escogidas para describir el más repugnante…

—¿Quién sobrevivirá al Kralizec? —preguntó Leto—. Porque, te lo prometo, el Kralizec vendrá.

—¡Estás loco! Vas a despedazar el Imperio.

—Por supuesto que lo haré… y no puedo enloquecer porque ya no soy humano. Pero crearé una nueva consciencia en todos los hombres. Te digo que bajo el desierto de Dune hay un lugar secreto con el mayor tesoro de todos los tiempos. No te miento. Cuando el último gusano muera y la última melange sea recolectada sobre nuestra arena, esos profundos tesoros surgirán y se esparcirán por todo el universo. A medida que el poder del monopolio de la especia se extinga y las reservas ocultas se agoten, nuevos poderes aparecerán por todas partes en nuestro reino. Ya es tiempo de que los seres humanos aprendan de nuevo a vivir según sus instintos.

Ghanima apartó el brazo del respaldo del trono, se dirigió al lugar donde estaba Farad’n, tomó su mano.

—Al igual que mi madre no era esposa, tú tampoco serás esposo —dijo Leto—. Pero quizás haya amor, y esto será suficiente.

—Cada día, cada momento es cambio —dijo Ghanima—. Uno aprende a reconocer esos momentos.

Farad’n sintió el calor de la pequeña mano de Ghanima como una insistente presencia. Reconoció la persuasiva penetración de los argumentos de Leto, pero la Voz no había sido usada ni una sola vez. Era una llamada a sus vísceras, no a su mente.

—¿Es esto lo que me ofreces por mis Sardaukar? —preguntó.

—Mucho, mucho más, primo. Ofrezco el Imperio a tus descendientes. Te ofrezco a ti la paz.

—¿Y cuál será el resultado de tu paz?

—Su opuesto —dijo Leto, con voz calmosamente burlona.

Farad’n agitó la cabeza.

—Considero muy alto el precio por mis Sardaukar. ¿Deberé seguir siendo Escriba, el padre secreto de tu estirpe real?

—Deberás.

—¿Intentarás forzarme a aceptar tu visión personal de la paz?

—Lo haré.

—Me resistiré durante todos los días de mi vida.

—Pero esta es la función que espero de ti, primo. Es por eso por lo que te he elegido. Y la convertiré en oficial. Te daré un nuevo nombre. Desde este momento serás llamado el Perturbador del Hábito, lo cual en nuestra lengua equivale a Harq al-Ada. Vamos, primo, no seas obtuso. Mi abuela te adiestró bien. Entrégame tus Sardaukar.

—Entrégaselos —hizo eco Ghanima—. Los tendrá de una u otra forma.

Farad’n captó temor por él en la voz de Ghanima. ¿Amor, acaso? Leto no pedía razonamiento, sino un salto intuitivo.

—Tómalos —dijo Farad’n.

—De acuerdo —dijo Leto. Se levantó del trono, un movimiento curiosamente fluido, como si mantuviera sus terribles poderes bajo el más delicado control. Leto descendió hasta situarse al nivel de Ghanima, la hizo girar suavemente hasta que le dio la espalda, y entonces se giró él mismo para colocarse contra ella, espalda contra espalda.

—Observa esto, primo Harq al-Ada. Esa es la forma en que estaremos siempre. Esa será nuestra posición cuando estemos casados. Espalda contra espalda, cada uno de nosotros mirando más allá del otro para proteger la identidad que siempre hemos sido. —Se giró, miró burlonamente a Farad’n, bajó la voz—: Recuerda esto, primo, cuando estés frente a frente con mi Ghanima. Recuérdalo cuando le susurres amor y cosas dulces, cuando te sientas más tentado por la costumbre de mi paz y de mi satisfacción. Tu espalda estará al descubierto.

Apartándose de ellos, bajó los últimos peldaños y se dirigió hacia los cortesanos que aguardaban, los arracimó a su alrededor como satélites, y salió de la sala.

Ghanima tomó de nuevo la mano de Farad’n, pero su mirada seguía fija en el extremo más alejado de la sala, por donde Leto había desaparecido.

—Uno de nosotros dos debía aceptar la larga agonía —dijo—, y él siempre ha sido el más fuerte.

FIN

FRANK PATRICK HERBERT fue un escritor estadounidense que nació en Tacoma, Washington, el 8 de octubre de 1920 y que falleció en el 11 de febrero de 1986. Tras estudiar en la Universidad de Washington tuvo varias profesiones, desde fotógrafo a cámara de televisión o pescador de ostras. Comenzó a publicar en los años 50, vendiendo artículos de relatos a revistas, hasta que en 1952 publicó su primer relato de ciencia ficción:
¿Está usted buscando algo?
Cuatro años más tarde salió a la luz su primera novela,
El dragón en el mar
, conocida más tarde como
Bajo presión
. Pero no sería hasta 1965 cuando finalmente le llegó el éxito con la inauguración de la famosa serie Dune, donde presentaba un mundo imaginario con su propia política, ecología y estructura social. La primera obra de la saga,
Dune
, que pronto se vería continuada por otras novelas como
El mesías de Dune
o
Hijos de Dune
, obtuvo los premios Nébula y Hugo, además del Premio Internacional de Fantasía, que compartió con
El señor de las moscas
de William Golding. Herbert se hizo conocido también por su creación de una «granja biológica» donde estuvo conviviendo con su familia en armonía con la naturaleza.

Notas

[1]
Juego de palabras intraducible:
Cade Lamb
significa
cordero criado sin madre
, y puede considerarse un insulto. (N. del T.)
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