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Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

Las normas de César Millán (28 page)

BOOK: Las normas de César Millán
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Sentarse: guíe a su perro con las manos

Recurrir a guiar físicamente con delicadeza es otra manera de mostrarle a un perro cuál es el comportamiento que se desea que tenga. Como decía antes, me gusta que sea el propio perro el que descubra por sí mismo qué es lo que quiero. Creo que así la lección significa mucho más para él. Si ese acercamiento no funciona, sin embargo, no hay problema en comunicarse con él mediante las manos siempre que se haga con ternura y delicadeza. No olvide que debe conocer a su animal antes de adiestrarlo y estar seguro de que éste le dice, con su actitud y lenguaje corporal, que está de acuerdo con el modo en que usted lo toca.

Martin Deeley dice: «Me encanta sentarme en el suelo con un cachorrillo pegado al cuerpo. Siempre hay que tocarlos con calidez. Me gusta que se acostumbren a que yo les dirija con suavidad. Quiero, sobre todo, que se acostumbren a que se les toque en cualquier parte del cuerpo para que en el futuro se les puedan cortar el pelo y las uñas sin problemas y que los veterinarios puedan tratar con ellos».

Siéntese o arrodíllese en el suelo y deje que el cachorro se acerque a su cuerpo. No lo agarre ni lo fuerce a nada, sacuda los dedos y anímelo a acercarse para tomarlo entre sus manos con cuidado y hacerle unos mimos despacio. Mientras, frótele con una mano el pecho y súbala lentamente hacia la barbilla.

Acaricie el lomo del cachorro despacio con la otra mano y aplique un poco de presión en los cuartos traseros, sujetándolo por las caderas con su dedo medio y pulgar. Apriete un poco. Con cuidado. En cuanto el cachorro haga el menor gesto hacia el suelo, afloje. Haga esto hasta que pueda aplicar una presión suave pero constante y consiga que sus cuartos traseros toquen el suelo. Cuando ocurra acariciéle el lomo y dígale con calma «bien».

A continuación añada la palabra «sentado» al empezar con este ejercicio. La elección del momento es clave: la palabra debe preceder a la acción que le pide. Dígala en el preciso instante en que el cachorro empieza a agacharse. Con pocos días de práctica el cachorro empezará a entender la orden y a responder a ella. De nuevo felicítelo con calma y muestre alegría con su actitud o con la palabra que prefiera, «bien» o algo así.

Ciertos perros tienen una estructura física que les dificulta el sentarse. Es un conocido problema de los galgos, por ejemplo. Si su perro es uno de esos casos, puede mostrarle con cuidado cómo doblar las patas traseras para sentarse. Con la correa puesta arrodíllese junto a él. Mantenga la correa alta con una mano. Si el animal es grande, con sujetarla en alto por la parte delantera del collar bastará. Ahora acaríciele el lomo con la otra mano. Esta vez pase de largo los cuartos traseros, bajándole el rabo despacio y recorra con la mano sus patas traseras hasta llegar a las rodillas. Una vez que su mano esté ahí, tras sus rodillas, empiece a empujárselas hacia dentro poco a poco para que las doble. Esta acción hace que sus cuartos traseros bajen. No espere que se siente del todo inmediatamente: pare y alábelo cuando consiga un éxito parcial. Aumente de forma gradual la distancia a la que bajan los cuartos traseros hasta que usted y él juntos lo consigan. Entonces felicítelo y sonría.

Si tiene alguna duda sobre la gama de movimientos que su perro puede hacer o sus posibles limitaciones en este aspecto, hable con su veterinario y haga que repase con usted este ejercicio para comprobar que lo está haciendo correctamente. Al practicar este método tendrá la cara ante el hocico del perro, así que tenga en cuenta su temperamento. Si es probable que le lance un mordisco, Martin aconseja no usar esta fórmula.

Sentarse: el uso de la correa

En cierta medida estoy de acuerdo con Ian Dunbar en que una correa puede, sin querer, convertirse en una «muleta» difícil de abandonar si hace de ella la base de su relación con el animal. Al fin y al cabo crecí con la manada de perros sueltos que había en la granja de mi padre y durante la mayor parte de mi infancia no supe para qué servía una correa. Mi objetivo a largo plazo siempre es que usted tenga con su perro la relación más estrecha posible. Eso incluye disfrutar de la experiencia de ir sin correa, siempre que sea seguro y legal.

Sin embargo, vivimos en una sociedad que prefiere las correas y además la correa y el collar otorgan un cierto grado de control que muchos sienten que necesitan en las primeras fases del adiestramiento. No tengo preferencia por ningún tipo de collar en particular siempre que se use correctamente y sin dureza. A mí lo que mejor me va es un simple cordón de exposición de cuero enganchado al collar o incluso lo que llamo mi correa de cincuenta céntimos: una cuerda de nailon con un lazo flojo al final. Martin Deeley prefiere una correa de cuerda o cadena sin collar.

Pasee con su perro y coreografíe sus movimientos para que pare y se quede quieto a su izquierda.

Con la correa en la mano derecha, tire paulatinamente de ésta hacia arriba. No dé un tirón. Solamente aplique una presión constante y suave hacia arriba. En el momento en que el trasero del perro baje afloje la correa, reduzca la tensión. Algunos perros se sientan automáticamente como reacción a esa presión. Si el suyo no está entre ellos, póngale la mano izquierda sobre el lomo, justo tras los hombros, y acarícielo hasta llegar al trasero. Ahora, con el dedo medio y el pulgar cada uno a cada lado de su columna vertebral y la palma apoyada en el lomo, aplique un poco de presión hacia abajo. No lo obligue. Sólo aplique algo de presión hacia abajo y hacia atrás con firmeza y suavidad. A la vez debería tirar de la correa hacia arriba para hacerle subir la cabeza.

Martin nos aconseja: «Asegúrese de que la correa esté a la longitud adecuada y que usted no está teniendo que estirarse demasiado».

En el momento en que él apoye los cuartos traseros en el suelo afloje la correa, deje de tirar de ella hacia arriba. Repita los cumplidos y recompénselo de nuevo. Una vez que el perro se empieza a sentar nada más notar que usted tira hacia arriba de la correa, pronuncie la orden «sentado» justo antes de empezar a tirar hacia arriba.

Poco a poco el perro aprenderá lo que quiere decir «sentado» y sabrá que el que usted levante un poco la correa quiere decir «sentado». La orden da pie a la acción y pronto empezará a aprender también que la variación de peso de la hebilla que sujeta la correa al collar significa que se acerca la orden «sentado». Él empezará a leer las sutiles señales que le llegan de usted, tal como les pasa a los caballos con las riendas que el jinete usa para guiarlos. Este tipo de microcontrol puede hacer que el comunicarse con su perro durante los paseos sea mucho más fácil.

Sentarse: el uso del
clicker

Kirk Turner continúa con la saga de Sparky, el dachshund miniatura al que enseñó a acudir sirviéndose de un
clicker
y un trocito de cecina de pato. Como Sparky asocia ahora el sonido del
clicker
con que se acerca la cecina, enseñarlo a sentarse no presenta problemas: «Ahora cuando llamo a Sparky viene corriendo y se sienta a esperar al
click
y al premio. Yo simplemente espero a que se siente. Cuando veo que lo hace, pronuncio la palabra. Enseguida eso se convierte en una respuesta condicionada. Me paseo cerca de él sin hacerle caso y él se esfuerza por ponerse delante de mí. Le digo “sentado” y espero a que sus cuartos traseros toquen el suelo. Es entonces cuando hago el
click
y le doy el premio. Como en el caso anterior, después iré usando sólo de vez en cuando el
clicker
y la chuchería para pasar a utilizar sólo los elogios».

Como todos los métodos descritos en esta sección, el
clicker
funciona mejor a base de insistencia, de repetir las sesiones de adiestramiento y tener paciencia.

Abajo

La orden «abajo» es algo que le será muy útil que su perro aprenda bien. Lo pone en una postura que yo llamo de calma-sumisión, en la que puede relajarse y ver pasar la vida. Es una forma de hacer que un perro se tome las cosas con tranquilidad en cualquier situación.

Daddy, mi pitbull, era un maestro en el arte de tumbarse por propia iniciativa. No era algo que yo le hubiera enseñado. Cuando estaba conmigo y estábamos en actitud de espera, se tumbaba en el suelo junto a mis pies con las patas traseras estiradas hacia adelante y las de atrás hacia atrás. Por supuesto, según fue haciéndose mayor se ponía más a menudo en esa posición porque se cansaba más fácilmente. Daddy crio a mi otro pitbull Junior, que ahora tiene 2 años y medio, que aprendió la postura imitando a Daddy. La imitación es una de las formas fundamentales de aprendizaje de un perro. Junior se tira en el suelo de la misma manera que lo hacía Daddy. Junior y yo estamos tan conectados que él sabe automáticamente cuándo estamos en actitud de espera. Lo percibe. Aprendió de Daddy esto: «Cuando César está así, toca descansar». Claro que Junior es un adolescente y normalmente quiere un poco más de acción, pero enseñar a un perro a tener paciencia es un ejercicio mental también para él. La paciencia que Junior aprendió observando a Daddy (y que aún le estoy enseñando a perfeccionar cada día) me ha ayudado a crear una nueva generación de pitbulls calmados y obedientes que me sirven como modelo de comportamiento.

Por lo general he observado que tumbarse no es la orden a la que los perros obedecen con más naturalidad, ya que normalmente sólo se tumban cuando están cansados y no cuando están alerta. Hacerlo no siempre tiene sentido para ellos cuando se lo está pidiendo un ser humano. De hecho fue la posición que más costó que Junior adoptase en la primera sesión que tuvo con Ian Dunbar. Cuando les enseño esta acción, como hice con Angel, el schnauzer miniatura en
¿Cómo criar al perro perfecto?
, me concedo mucho tiempo y trato de no esperar demasiado enseguida. Para Martin Deeley, que adiestra a perros de compañía y de caza, ser capaz de conseguir que siempre obedezcan a la orden de tumbarse es importante para los casos en que necesita que los perros estén en actitud de espera.

Martin nos dice lo siguiente sobre la orden «abajo»: «Yo concibo esto como un ejercicio en tres fases. La primera fase es enseñarle al perro la orden para que sepa qué significa. La segunda fase es conseguir que lo haga sin darle comida como recompensa. La última es pedirle que se quede así hasta que le digamos lo contrario. La solución más obvia es la comida con la mayoría de los perros que estén muy motivados por ella. Sin embargo, aun cuando hay comida de por medio, prefiero tener a un perro adulto con la correa puesta para que no pueda irse y dejar de hacerme caso. Además, le da un mensaje de cierto control. En este punto él ya debería saber lo que la correa significa y ya debería conocer la orden “sentado”. En el caso de los cachorros, que es más probable que quieran estar cerca de usted, siempre que esté en un área cerrada puede practicar las ordenes de “sentado”, “abajo” y “de pie” con comida y sin correa. Normalmente los cachorros son mucho más manejables que un perro adulto que aún no ha aprendido estas órdenes».

Por otra parte, Ian Dunbar nunca enseña a tumbarse a un perro con la correa puesta. Lo hace sin correa, con una secuencia rápida de órdenes de sentarse y ponerse de pie, como vimos en el capítulo 6. Usar comida como cebo y eliminarla entonces rápidamente del ejercicio es lo que mejor le funciona.

Ian argumenta: «Darles las instrucciones físicamente, con las manos o con la correa, es un método muy lento porque la atención del perro es selectiva: le hace caso al contacto físico y entonces sencillamente no oye las instrucciones verbales. Además, las instrucciones dadas con las manos cuando llevan la correa puesta son muy difíciles de ir eliminando a favor del control cuando no llevan correa. Adiestrarlos con el
clicker
también es lento porque sólo se les puede enseñar una acción cada vez. Sin embargo, el adiestramiento a base de cebo y recompensa usando comida o juguetes es rapidísimo y es mucho más fácil ir retirando gradualmente los cebos y los premios, de manera que jugar se convierte en la recompensa. Y entonces, ¿por qué no enseñarle un grupo de órdenes a la vez? Cuando empiezo con un cachorro o un perro adulto, suelo enseñarle ocho acciones enseguida: ven aquí, siéntate, túmbate, vuelve a sentarte, levántate, túmbate directamente, levántate directamente y date la vuelta».

Prefiero usar mesas de ejercicios para enseñar a los perros acciones específicas, ya que eso les da un área limitada en la que trabajar. Así no pueden hacer trampa yéndose a otra parte y se mantienen centrados en mí sin distracción alguna. Además, la mesa me permite estar al nivel de su mirada sin tener que forzar las rodillas o la espalda. Recuerde que los perros no sólo leen nuestras posturas, también leen los ojos, las expresiones faciales e incluso nuestras microexpresiones, así que buscar señales de refuerzo en nuestra cara es para los perros una fuente fundamental de información para saber si están haciendo lo que queremos o no.

Por lo que yo sé la mesa es una herramienta fantástica para enseñarles muchas cosas, pero sobre todo a tumbarse, porque así puedo ponerme al nivel de sus ojos desde el principio. Mark Harden usa la mesa para enseñar a sus perros de espectáculo a arrastrarse a ras de suelo, que es una versión del acto de tumbarse. Trabajar en una mesa es, además, como estar a medio camino entre el adiestramiento con la correa puesta y con la correa quitada. La propia mesa actúa como una correa, pero no hay necesidad de relacionarse físicamente con el perro, que está descubriendo lo que tiene que hacer solo.

Por supuesto depende de usted el método que mejor les funcione a los dos. Para empezar tome un trozo pequeño, del tamaño de un dedo, de la chuchería que sea. Deje que el perro la olfatee para que se entere de que está ahí y entonces pídale que se siente. Sostenga con los dedos la chuchería frente a su hocico y baje lentamente la mano hasta la altura de su pecho, entre las dos patas delanteras. Deje que siga la trayectoria de la mano bajando la nariz y la cabeza.

Cuando él casi llegue al suelo con la nariz y usted tenga los dedos en el suelo, aleje su mano del perro, de manera que sus patas delanteras empiecen a adelantarse. Continúe hasta que esté tumbado y entonces alábelo y dele su premio. Si se levanta antes de tumbarse, inténtelo otra vez moviendo la mano más despacio. No le dé la chuchería si se pone en pie. Tenga en mente la regla de Mark Harden: recompense la acción que busca, no un amago de la acción dejado a medio camino. Todo su cuerpo debe estar tumbado.

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