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Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

Las normas de César Millán (24 page)

BOOK: Las normas de César Millán
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Para mí la forma ideal de pasear a un perro es sin correa. Me encanta ir paseando con una manada que no lleva correa y ver cómo todos se agrupan detrás de mí o a mi lado. No soy capaz de describir la sensación tan maravillosa de conexión y armonía que siento entonces. Estoy de acuerdo con Ian Dunbar en que la experiencia del paseo sin correa es algo que todo el que tiene un perro debería probar. Sin embargo, no todos podemos y además vivimos en un mundo con normas en cuanto al uso de la correa y con estímulos que distraen y son potencialmente peligrosos. Por tanto, saber pasear al perro con correa o hacer que ande al pie, como se llama tradicionalmente, es una habilidad fundamental que todo el que tenga un perro debe desarrollar.

El paseo: pasear con correa

Antes de sacar a su perro a pasear con la correa debe saber que está acostumbrado a ella y está cómodo llevándola. Algunos perros parecen no notar el collar y la correa, otros muestran miedo, enojo o incluso rabia cuando se les constriñe así. La primera experiencia con la correa puede convertir a algunos perros en potros de rodeo.

Si empieza cuando es cachorro, la solución es fácil. Comience por ponerle una correa corta y floja y deje que la lleve en momentos agradables, como cuando está comiendo, jugando con usted o cuando le está haciendo mimos. Deje que se acostumbre a que le ponga y le quite la correa, al peso de ésta y a la sensación de llevarla, de manera que sea para él una experiencia placentera y una forma de sentirse más cerca de usted. Como los cachorros están programados para seguirlo, la correa no siempre es necesaria en los primeros meses, pero puede llevar un cordón flojo o una cinta de nailon enganchada al cinturón mientras está en casa haciendo cosas para ayudar a que el perro asocie la correa con la instrucción de seguirlo. Si conoce la correa y está acostumbrado a ella desde los primeros ocho meses de vida, ya no debería ser un problema nunca. Ni siquiera cuando llegue al periodo rebelde de la adolescencia.

En el caso de perros adultos, especialmente perros de refugio que pueden haber tenido malas experiencias con herramientas, su misión es hacer que asocie la correa con algo positivo. No lleve la herramienta al perro: deje que sea él quien se acerque. Use una chuchería o un juguete o cualquier otra cosa que atraiga al animal y entonces frótele levemente la cabeza con la correa mientras está jugando o comiendo. Haga esto unas cuantas veces sin forzar nada. (En otras palabras, ¡no lo haga cinco minutos antes de pretender sacarlo a pasear por primera vez!). Una vez que parezca que está tranquilo ante la correa, colóquesela sobre la cabeza y deje que sea él el que tenga el impulso de meter la cabeza en ella. Si el perro es adulto y tiene aversión a las correas, puede practicar lo que le sugerí en el caso de los cachorros: deje que se dedique a actividades normales y agradables con la correa puesta. (Esto es aplicable a cualquier otra herramienta que quiera usar).

Cuando empiece a pasear a su perro con la correa puesta, haga pequeñas distancias al principio y en zonas conocidas en las que el perro se sienta cómodo antes de aventurarse más lejos. Viper, el asustadizo malinois belga del que hablé en el capítulo 2, tenía asociaciones extremadamente negativas con cada herramienta que usaba con él. Tuve que recurrir a este procedimiento desde el primer paso para cada uno de los collares y correas que lo asustaban.

Lo bueno de los perros es que pueden dejar atrás el pasado con mayor facilidad que los humanos. Si somos amables con nuestros perros y no tenemos prisa, conseguir que estén cómodos con el collar o la correa no debería costarnos más que unas cuantas sesiones de este tipo de condicionamiento positivo.

El paseo: practicar el paseo

No soy un gran entusiasta de la orden «atrás» porque mis normas para un buen paseo, esbozadas antes, son muy básicas. Aun así, estas normas requieren la práctica diaria para llegar a la perfección. Pueden surgir problemas en relación con el paseo, como el que tiren hacia delante, se desvíen del camino o se sienten y no quieran seguir. Otro problema común es que se distraigan o se pongan agresivos con otros perros o con alguien que pase cerca.

Por mi experiencia con cientos y cientos de perros y sus dueños, son la actitud y el ánimo del dueño los que a menudo plantean el mayor problema a la hora del paseo. ¿Cómo es posible que un perro que, según su dueño, no puede ir con correa sea capaz de pasear tranquilamente conmigo cinco minutos después? No es que yo haya hecho nada para
arreglar
al perro en esos cinco minutos. Simplemente no me imagino qué problema puede haber en pasear a un perro… Yo jamás he tenido problema alguno, así que no puedo imaginarme que no me salga bien. El perro percibe la confianza que transmite mi cara, mi lenguaje no verbal, así como mi estado emocional, que puede juzgar al oler los mínimos cambios en mi equilibrio químico y hormonal que indican si estoy calmado o nervioso, contento o deprimido. Cuando la gente teme sacar a pasear al perro éste se da cuenta. Si prevé acontecimientos desagradables, el perro los percibe de igual forma.

Más allá de los aspectos psicológicos y espirituales del paseo, hay uno puramente mecánico. Es tradición que los perros paseen a nuestra izquierda. Yo opino que deberíamos tantear con qué lado estamos más a gusto, enseñar a nuestro perro a caminar a ese lado y continuar así hasta tener la seguridad de que el perro y nosotros estamos en total sincronía durante los paseos y que nos es fácil controlarlo. Ése es el momento de enseñarle la misma rutina, pero al otro lado. Así podremos pasearlo a cualquiera de los dos lados, al que mejor nos convenga en un determinado momento o lugar. Poder llevarlo a un lado u otro es una manera más de afirmar nuestro liderazgo en distintas situaciones. Las instrucciones de este capítulo toman como punto de partida el paseo al lado izquierdo; haga lo contrario si quiere comenzar con el paseo al lado derecho.

Algunos adiestradores y propietarios aún prefieren usar la orden «atrás», así que pedí a mi colega Martin Deeley, director ejecutivo de la Asociación Internacional de Profesionales Caninos, consejo sobre cómo enseñar ese comportamiento.

El paseo: instrucciones de Martin Deeley para el paseo

Martin aconseja: «El asa de la correa debería estar en la mano derecha y la mano izquierda debería servir como guía de la correa. Si es zurdo, haga lo contrario: agarre el asa con la mano izquierda, guíe con la derecha y lleve al cachorro a su lado derecho. Camine despacio, y si el perro va a la izquierda, dé el primer paso con el pie izquierdo, animándolo a seguir y diga “atrás”. Si al cachorro le gusta estar con usted y seguirlo sin correa, debería ser fácil. Pero prepárese para unas cuantas batallas si decide que la correa lo limita y molesta. Si sale corriendo, pare y anímelo a volver a colocarse a su lado antes de seguir con el paseo. Si se para, anímelo a seguirle el paso a usted y continúe andando. Si al cachorro le gustan las chucherías, puede usarlas para motivarlo, ¡pero no deje que sea él quien lo entrene a usted para que le dé chucherías cuando se para o echa a correr!».

Martin nos propone una solución interesante para cuando tenemos un caso de correa tirante: «Si un cachorro tira hacia delante, he comprobado que parar, esperar a que me mire y entonces hacer un giro de 180 grados le hace prestarme atención y estar pendiente de lo que hago. Al principio puede ser que diga “atrás” cada vez que giro, pero al cabo de un tiempo sólo digo “atrás” al principio o si hemos parado un rato. La razón es que he dado una orden, y cuando lo entiende significa que tiene que cumplirla hasta que le dé otra orden nueva. También puede ocurrir que algunos perros hayan aprendido a tirar y lo hagan hasta que llega la orden de dejar de tirar y cambiar de dirección. Si no saben cuándo va a llegar ese cambio de dirección, porque no les da orden alguna, es más probable que estén pendientes de usted y alerta al cambio de dirección».

Martin recomienda practicar el paseo por las aceras o por estrechos caminos de campo para dar al perro un marco en el que caminar derecho junto a usted. Practique también aquí sus giros en 180 grados para que le salgan con naturalidad.

El paseo: ¿darle un toquecito o no?

Algunos adiestradores no están de acuerdo con aplicar correctivos con la correa durante el paseo. Martin y yo no nos encontramos entre ellos. Si el perro se adelanta, un toque de medio segundo —no un latigazo, sólo un toque— es un buen y poco agresivo método de captar su atención. Yo uso el toque breve con la correa o con el pie (no es una patada: para tocarlo use la pierna del lado contrario a donde está el perro, de manera que el movimiento no lleve fuerza) de la misma forma que tocaría a mi hijo en el hombro para captar su atención si estuviera en un cine oscuro y con ruido y deseara preguntarle si quiere palomitas.

Bien usado, el toque con la correa simplemente recuerda al perro que debe prestarle atención. Cuando empiece a practicar el paseo, puede girar de inmediato después del toque con la correa y caminar en la dirección opuesta, animando al animal a seguirlo. De este modo siempre es usted quien guía y él quien sigue.

Martin dice: «Al adiestrar a un perro en el paseo no avance a menos que él camine a su lado. Por tanto, no importa si no recorre más que unos metros o si sólo llega hasta la puerta del jardín al principio. Al cabo de poco tiempo su perro se dará cuenta de que a menos que camine a su lado y con la correa floja no irá a ninguna parte. Tan pronto como empiece a estar cómodo con la correa usted podrá concentrarse en trabajar la posición. Puede usar distintos apoyos para conseguir un “atrás” correcto».

Martin sugiere pasear por estrechos caminos de campo o pegados a una valla o verja como métodos ideales para practicar la posición correcta.

Nos explica: «Con el perro entre usted y la valla puede concentrarse en evitar que se adelante o se quede atrás. Cuando pasee más con usted, si se adelanta puede darse una palmada en el muslo y girar radicalmente a la derecha o hacer un giro completo en U de manera que el perro vuelva a estar detrás de usted. Si se queda rezagado, dese una palmada en el muslo y anímelo a que lo alcance. Incremente los patrones que practica con su perro al lado, girando a izquierda y derecha y haciendo giros completos en U. Si el animal no se concentra, gire sin avisar y entonces palméese el muslo para llamar su atención: lo motivará a estar pendiente de usted. Puede que ayude tener cerca dos árboles o postes o algo similar que pueda usted rodear haciendo giros en ocho, girando a derecha e izquierda alrededor de esos obstáculos. Asegúrese de que lo anima y hace que el ejercicio sea divertido. En esta fase ponerse serio puede dar problemas. Lo más importante es crear un vínculo. Varíe también la velocidad a la que camina durante estos ejercicios, yendo unas veces a un ritmo normal, otras rápido —incluso corriendo— y otras despacio. El paso lento puede enseñar al perro a prestarle más atención y a concentrarse en lo que usted hace. Poner una mochila ligera a un perro con mucha energía es otra forma de reducir la velocidad del proceso para que la lección quede más clara. Cuando pare pida al perro que se siente. Si lleva la correa con la mano derecha, baje la izquierda por la correa para llevar el lomo del animal hacia el suelo y a la vez que para dice “sentado”. Hacer esto bien requiere algo de práctica y a veces se encontrará con que el perro se anticipa y se mueve más rápido de lo que su mano lo guía. Un método útil para adiestrar a su perro para que ande correctamente al pie es sujetar la correa con la mano derecha pero pasando el brazo por detrás de su propio cuerpo en lugar de llevarlo delante de él. Como decía antes, con la mano izquierda puede guiar la correa pero si el perro tiende a adelantarse la correa será frenada por sus piernas. El movimiento de éstas, de hecho, tirará hacia atrás del perro levemente. También considero mejor esta posición para conseguir que el animal se siente cuando usted se detenga. El perro no puede avanzar y su mano izquierda queda relativamente libre y le permite guiar al perro hacia la posición de sentado».

El objetivo siempre debe ser llevar al perro con la correa floja en cualquier momento y lugar, incluso cuando pueda distraerse con algo. Así que cuando pare haga sentarse al perro y mantenga la correa floja.

El paseo: cambie de ruta

Martin tiene otro pequeño consejo para los paseos: «Cambie la ruta que sigue al pasearlo. Con frecuencia tirará más de usted en el viaje de vuelta a casa que al salir, así que no sea predecible y, si empieza a tirar en algún momento, gire y avance en el sentido opuesto hasta que recupere su atención. Esfuércese siempre por mantener la correa floja. Debe colgar cuando el perro está en la posición correcta junto a sus piernas».

Cambiar de recorrido también es fundamental para que al perro le siga pareciendo interesante pasear con usted. A los perros les encantan los patrones —un paseo a la misma hora todos los días, la comida a horas fijas…—, pero también buscan la aventura. Si recorre las mismas tres manzanas de ida y vuelta cada día durante seis meses, su perro dará señales de aburrimiento o se mostrará frustrado y destructivo incluso si lo está paseando como debe, dos veces al día entre treinta y cuarenta y cinco minutos. Igual que los humanos, los perros necesitan un cambio de panorama de vez en cuando. Cuanto más cambie la ruta del paseo, más emocionantes serán los retos que le plantee y más firmemente establecerá usted su posición de líder en distintos entornos.

El paseo: pasear sin correa con un
clicker

Usar un
clicker
puede ayudarlo a enseñar al perro a andar al pie cuando va sin correa siempre que disponga de un área segura y acotada en la que practicar y mucha paciencia. Kirk Turner es un adiestrador con más de veinte años de experiencia que usa
clicker
s junto a muchas otras técnicas para adiestrar a perros de compañía y de trabajo.

Kirk señala: «Lo primero que hay que saber acerca del adiestramiento con un
clicker
es que no estamos haciendo al perro hacer nada. Simplemente marcamos un comportamiento deseable con un sonido y después le entregamos un motivador, como puede ser comida, una pelota o un juguetito de goma un segundo o dos. Así que lo primero que hago es averiguar qué es lo que ese perro en particular encuentra especialmente atractivo y entonces eso es lo que uso».

Kirk nos da el ejemplo de Sparky, un dachshund miniatura al que le motiva mucho la cecina de pato. «Una vez que he creado un gran vínculo con Sparky enseñándole la relación entre el
clicker
y la recompensa puedo empezar a dar vueltas por la zona y éste me seguirá y alcanzará. Moveré un poco los dedos de la mano izquierda, y cuando esté ahí haré un
click
y le daré su premio. Cambio de dirección a menudo y mantengo la mirada en el suelo, un metro por delante de mí, y me doy cuenta de cuándo se pone al pie sólo con mi visión periférica. Cuando está así digo “atrás” y doy un par de pasos. Entonces hago
click
y le doy su premio. Me encanta empezar este proceso cuando el perro está suelto, sin correa. Haga los
click
s y las recompensas más aleatorios a medida que el perro mejore».

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