Read Las normas de César Millán Online
Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier
Tags: #Adiestramiento, #Perros
Martin Deeley nos brinda un gran truco que puede ayudar si se está trabajando en el suelo. «Siéntese en el suelo con una de las piernas doblada, rodilla en alto. Entonces anímelo a tumbarse guiándolo hacia debajo de sus piernas. Que vea su rodilla en alto como algo bajo lo cual meter la cabeza».
¿Recuerda qué ocurrió cuando fui a visitar a Ian Dunbar? Junior se movía a cámara lenta cuando se usaba comida como cebo para enseñarle a tumbarse, pero se tiró al suelo enseguida cuando el cebo fue una pelota en vez de comida. Si lo que usa para llamar la atención del perro no le interesa, siga intentándolo hasta que dé con la recompensa acertada. Para algunos perros el reto en sí mismo —o la felicidad que usted transmita— es recompensa suficiente. Aun así, la mayoría de los cachorros responden bien a las chucherías.
Hay otras cosas que pueden ayudarlo a tener éxito y poder pasar a la segunda fase del adiestramiento en obedecer órdenes. Una es dejar que su mano libre repose sobre los hombros del perro y ejercer una leve presión hacia abajo. Con las puntas de los dedos colocadas entre los hombros, el mover la mano de lado a lado y hacia abajo con suavidad puede hacer que capte la idea, si le está costando. Una vez que haya bajado puede usar esa misma mano también para mantenerlo ahí unos segundos. Felicítelo o prémielo cuando haga lo que usted quiere.
Si prefiere trabajar con correa, puede colocar los dedos entre sus hombros y la correa y entonces hacer un ligero movimiento hacia abajo con la correa para comunicarle la dirección en la que quiere que vaya.
Es importante que tire suave y sutilmente: la idea es sólo indicar la dirección, no obligar. El objetivo en este momento es que el perro esté pendiente de la chuchería. Si ejerce demasiada presión se resistirá y se olvidará del capricho. Al usar de este modo las manos y la correa está reforzando sutilmente la orden y al final será usted capaz de dar pie a la acción sin comida.
Cuando su perro ya obedezca consistentemente una orden el siguiente paso es ir retirando los caprichos de premio. Empiece con un refuerzo intermitente: pida dos o tres repeticiones antes de darle la recompensa. Entonces, pronunciando la palabra «abajo» antes de que empiece a moverse, use un tirón de correa mínimo o la menor presión posible con el dedo para guiarlo hacia la postura adecuada.
Martin Deeley dice: «Algo que me ha funcionado con perros a los que no les interesa mucho la comida es ponerme la correa bajo el arco del pie. Entonces al tirar de la correa para arriba o ponerme a andar con la correa bajo el pie, a la vez que voy acercándome poco a poco al collar del perro, éste se da cuenta de que la postura más cómoda es tumbado en el suelo. No olvide que también puede usar una recompensa distinta, como una pelota de tenis, igual que si fuera una chuchería».
Como he dicho antes, para mí lo ideal es que el perro llegue a la posición por sí mismo y yo entonces lo recompense, pero hay quienes, como los adiestradores de animales para películas de Hollywood, no tienen tiempo para esperar a que un perro descubra cómo tumbarse solo.
En esos casos un poco de presión o un tironcito de la correa harán maravillas. En cualquiera de los dos casos el perro no va a aprender nada, si no le parece interesante o agradable hacerlo. Si usted tiene una buena relación con él, hay buena comunicación y un entendimiento mutuo de los matices del lenguaje corporal, usted sabrá enseguida si algo le parece divertido a su perro, si le motiva o si está descontento y sólo lleva a cabo la acción para que le deje en paz. Preste atención siempre a su propia actitud. ¿Se siente seguro de sí mismo y contento con lo que está haciendo? ¿Lo está forzando? ¿Se está enfadando con el perro porque está tardando demasiado en entender o en encontrar la postura que es más cómoda para él? Si es así, busque una orden que su perro pueda ejecutar perfectamente (puede ser un simple «sentado») y termine siempre la sesión positivamente.
Tómese un descanso e inténtelo más tarde. Adiestrar a un perro debería ser divertido, no frustrante, para los dos. Si no, no funcionará.
La tercera fase de este método es que su perro aprenda a tumbarse sólo con oír la orden y a quedarse así. No pase a esta fase hasta que esté completamente convencido de que su perro sabe lo que la palabra «abajo» (o la señal verbal o física que usted use, en su caso) significa que debe tumbarse. Martin Deeley lo hace a menudo con una correa y en cambio Ian Dunbar siempre trabaja sin ella, pero lo que tienen en común los métodos que usan correa y los que no es la constancia.
Tampoco cronometre a su perro si al principio le cuesta aprender a tumbarse cuando se le ordena. Todos los adiestradores con los que he hablado me dicen que ésa es una acción que todo perro puede llegar a ejecutar bien. Sea tan paciente como haga falta.
Martin dice: «Con el perro sentado frente a usted pídale que se tumbe y con la mano con la que antes sujetaba la comida o la correa imite el movimiento hacia abajo que supone la acción. Su mano debe bajar desde la altura de la cintura hasta casi el suelo. Exagere el movimiento al principio».
Recuerde que su perro siempre está tratando de leer su lenguaje corporal. Observe su reacción y, en el momento en que decida empezar a agacharse, elógielo con calma y sonría de manera que no interrumpa sus procesos mentales. No olvide que la sobreexcitación puede distraer por completo a un perro de la lección. Entonces, con tranquilidad, alábelo de nuevo cuando esté en el suelo. Repita el gesto, combinando el lenguaje corporal con la orden. Cuando prefiera usar sólo la palabra, vaya retirando poco a poco el gesto.
Martin sugiere: «Si no se agacha recurra a ponerle los dedos en el lomo o a hacer un leve movimiento hacia abajo con la correa para terminar y así se asegurará de que se tumba. Cuando lo haya hecho ponga el pie o la mano (si está de rodillas) sobre la correa de forma que no pueda levantarse, y entonces siéntese con él y quédese un rato. Si trata de levantarse, quédese ahí y deje que cambie de postura para que esté cómodo».
Otra forma de reforzar la orden «abajo» es capturar la acción a la hora de dormir. Lleve al perro a su cama o al lugar en el que se tumbe normalmente al final del día. Diga «cama» o «tu sitio» o cualquier otro sonido o gesto que quiere que asocie con quedarse quieto y tranquilo. Entonces espere hasta que empiece a tumbarse y pronuncie la palabra «abajo» cuando lo haga. Repítalo unas cuantas veces y en poco tiempo aprenderá a irse a la cama y tumbarse cuando usted se lo pida.
Tumbarse no es un movimiento muy excitante, pero si puede hacer que sea divertido y poner algo de entusiasmo en su voz cuando el perro lo hace (además de acabar con una recompensa como una pelota o una chuchería), el juego será mejor y su perro se tumbará más rápido y con más ganas.
Si estamos enseñando a nuestro perro a tumbarse, usando el
clicker
como apoyo, Kirk Turner insiste en que, como con cualquier otro método, debemos tener paciencia para conseguir que el perro se porte como queremos.
Kirk dice: «Yo espero. Y después sigo esperando. Al final Sparky se va a tumbar. Todos los perros lo hacen. Saben cómo hacerlo. Sparky quiere que le preste atención, pero yo no lo miro ni le hablo. Sparky empieza a aburrirse, así que se tumba y yo hago
click
y le doy su chuchería. Entonces vuelvo a no hacerle caso. Enseguida él está tumbándose por todas partes donde le pueda ver. Éste es el momento de introducir la palabra “abajo” ya que preveo que va a tumbarse igual. En cuestión de minutos mostrará ese comportamiento al oír la palabra tres veces por cada una que recibe un
click
y una chuchería».
La sede de mi productora MPH Entertainment (que produce
El encantador de perros
) y de mi propia empresa Cesar Millan Inc. es una oficina en la que los perros son bienvenidos. Cualquier perro equilibrado, sociable y que sepa comportarse puede estar allí, siempre que el dueño lo registre y se preste a pagar los veinticinco dólares de gastos de limpieza en caso de accidente. El resultado es un lugar de trabajo alegre y lleno de perros: suele haber allí entre seis y doce.
Todos esos perros tratables y relajados que hay en la oficina han sido educados usando la «fórmula de César» que se compone de ejercicio, disciplina y después afecto. Eso quiere decir que los paseos rápidos en manada a la hora de comer son frecuentes, igual que los ratos jugando a la pelota en el aparcamiento o el vestíbulo de atrás por la tarde, que ayudan a que los perros consuman la energía acumulada y estén tranquilos, relajados y sumisos durante la jornada laboral. Muchos de los perros de la oficina tienen un «mejor amigo» canino al cual le permitimos visitar para jugar, a menos que las cosas se pongan demasiado intensas. Los perros de la oficina escuchan a la gente y siguen sus indicaciones en cuanto a cómo comportarse.
Muchos empleados que antes, cuando tenían otros trabajos, dejaban al perro en casa han notado que sus mascotas se portan muchísimo mejor en general en casa y en el trabajo. Venir a la oficina cada día satisface su necesidad de ser parte de una manada. Yo soy un gran defensor de las oficinas que admiten perros, por muchas razones. No sólo es mejor para ellos, sino que es bueno para la productividad y para los niveles de estrés de quienes trabajan allí. Si usted es el jefe de algo y está leyendo esto, le animo a pensar en introducir este cambio en su lugar de trabajo. Le sorprenderá lo mucho que el tener perros cerca mejora el humor de todos y crea un ambiente más animado y relajado.
A pesar de eso, lo que he notado es que cuando uno de nuestros empleados se levanta y cruza la extensa oficina para hacer algo al otro lado su perro casi siempre lo sigue. Eso es natural y es señal de que tienen una buena relación de líder y seguidor. Claro que si el empleado va a una reunión en la sala de juntas o a ver un pase en una de las salas de edición, no siempre quiere que su perro lo acompañe. Algunos de los empleados tienen una gatera en la puerta de la oficina y los que están en cubículos han traído pequeñas tiendas con cremallera o correas para mantener a sus perros en su sitio. Pero hay otra forma de conseguir irse de un sitio y hacer que el perro se quede, y eso se hace dominando la técnica de la orden «quieto». Un perro que comprende el concepto «quieto» se podrá quedar donde usted lo ha dejado incluso si lo pierde de vista.
Martin Deeley explica cómo les enseña a entender esta orden sirviéndose de la correa: «Cuando un perro ya está adiestrado para sentarse o tumbarse o quedarse como está, póngase frente a él, repita la orden y cuando la haya cumplido dé un pequeño paso atrás: a veces sólo medio pasito. Es suficiente con alejarse un poco, no tanto como para que su perro quiera levantarse y seguirlo. En el caso de muchos perros, ese paso es lo que les da pie para seguirlo a usted. Si eso ocurre, guíe a su perro de vuelta a la posición en la que estaba y empiece otra vez. Para mantenerlo sentado y quieto ahí, que es lo que yo les enseño antes de “abajo” y “quieto”, levante la correa levemente y manténgala por encima de su cabeza con el brazo algo estirado. Dé entonces un paso muy pequeño hacia atrás. Recuerde: no trate de alejarse mucho para empezar. Comience con una distancia pequeña y vaya aumentándola poco a poco. En esta fase vuelva siempre junto al perro después y felicítelo moderadamente: lo suficiente como para que sepa que está contento con él pero no tanto como para dar lugar a una excitación que lo haga moverse. Nunca lo llame o empezará a anticiparse a la llamada y se moverá cuando no quiere que lo haga. Volver a su lado es el secreto. Según pasa el tiempo, aumente poco a poco la distancia, y vuelva siempre a felicitar al perro. Si él avanza, aunque sea lo mínimo, acérquese y haga que regrese al punto de inicio con calma, enfatizando el “sentado y quieto” antes de volver a retroceder».
Una vez que haya tenido éxito haciendo que se quede sentado y quieto —al principio alejándose poco y después yéndose más lejos— ya estará usted totalmente convencido de que el animal entiende el concepto de este ejercicio. Entonces estará listo para empezar a enseñarle a venir a partir de la posición de «quieto».
Martin Deeley nos advierte: «Muchos cachorros se quedarán quietos al principio, cuando los llame, porque esperan que usted vuelva a cercarse a ellos. Si eso ocurre, anime al cachorro a acercársele y muéstrese contento cuando lo haga. La correa ayuda en las primeras sesiones, incluso si usted no la tiene sujeta, porque le envía un mensaje de control por parte de usted. Si está usando la correa en este ejercicio, déjela caer al suelo al principio cuando vaya aumentando la distancia. Cuando usted y su perro se sientan más seguros, quítesela del todo».
Incluso después de haberle enseñado esto, vuelva aliado de su perro cuando esté en posición de «quieto» muchas más veces de las que lo llama para que acuda. Algunos animales pueden desarrollar la costumbre de arrastrarse hacia usted mientras retrocede, especialmente si están tumbados.
Martin dice: «Una forma de poner coto a esto es usar una cuerda larga como correa. Haga que el perro se siente frente a un poste o árbol y entonces rodee con la cuerda ese objeto de modo que ahora, cuando usted sujete la cuerda, evite que el animal avance hacia usted. Si empieza a moverse, tiene cómo pararlo».
Una vez que sea capaz de alejarse mucho de su perro con la certeza de que no se va a mover, está listo para crear situaciones en las que él lo pierde de vista. Puede empezar por hacerlo dentro de casa y luego pasar a practicar en alguna zona segura al aire libre. Los árboles, las vallas, los edificios y los setos son buenos sitios tras los que esconderse. Rodee un árbol para empezar, así sólo desaparecerá de su vista un instante. Más adelante tómese su tiempo para reaparecer de detrás del árbol. Un seto es un buen lugar donde esconderse porque se puede ver a través de él, aunque para el perro usted habrá desaparecido. En cuanto él se mueva lo mínino usted puede repetir la orden o el sonido al que quiere que reaccione.
Un buen ejercicio es dejarlo en el patio, si está vallado, y volver a entrar en casa para observarlo por la ventana. Una ventana del piso de arriba es un buen sitio porque al perro no se le ocurrirá enseguida mirar en esa dirección. Así, si se mueve, al oír la orden se sorprenderá.
Todos estos ejercicios refuerzan el invisible vínculo entre usted y su perro, de modo que su liderazgo continúa vigente sin importar lo lejos que estén el uno del otro. En
¿Cómo criar al perro perfecto?
utilicé una variante de este ejercicio para ayudar a Angel, que tenía cinco meses, a superar su incipiente caso de angustia ante la separación. Es importante practicar este ejercicio paciente y coherentemente, empezando con pequeños incrementos y a lo esté usando para adiestrarlo a quedarse quieto en toda circunstancia o sólo condicionándolo para que sea capaz de estar solo, sin usted, a ratos. Estar separado de la manada no es algo natural para un perro, así que en este caso estará luchando contra su instinto. Es ahora cuando se pondrán a prueba el vínculo de confianza y respeto entre los dos y su posición de liderazgo.