Read Técnicas de la mujer vasca para la doma y monta de maridos Online
Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Iñaki Terol,Isamay Briones
Tags: #Humor
Libre de eufemismos y de circunloquios cobardes, aquí tiene la clave secreta de «lo vasco», que no es otra que sus mujeres. ¿Sabe usted cuántas veces hay que decir «te quiero» a una mujer vasca para llevársela a la cama? ¿Qué insinúa exactamente una vasca cuando lo mira con determinación a los ojos? ¿Cuáles son sus armas de seducción? ¿Se ha preguntado alguna vez por el origen y la evolución del peinado de las vascas o por qué les da por envasar todo tipo de alimentos? La información que contiene el presente libro es privilegiada. Cuentaq la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad absoluta sobre las mujeres del País Vasco, su entorno y su selección, monta y doma de maridos.
Óscar Terol, autor de
Todos nacemos vascos
y
Ponga un vasco en su vida
, en
Técnicas de la mujer vasca para la doma y monta de maridos
cuenta con pelos (cortos) y señales el secreto mejor guardado de la humanidad: el influjo de la madre que nos parió relatado con el rigor y la técnica de un caricaturista callejero. Un libro apto para todos los públicos —mujeres vascas, mujeres no vascas, hombres vascos y hombres no vascos— y para todos los bolsillos. Descubra que todas las mujeres son vascas y que todos los hombres sueñan con conocer a alguna y, sobre todo, ríase mucho.
Óscar Terol
Técnicas de la mujer vasca para la doma y monta de maridos
ePUB v1.0
nalasss09.08.12
Título original:
Técnicas de la mujer vasca para la doma y monta de maridos
Óscar Terol, Susana Terol, Iñaki Terol, Isamay Briones, 2009.
Ilustraciones: Óscar Terol
Diseño portada: Más!Gráfica
Fotografías portada: Sara Santos
Editor original: nalasss (v1.0)
ePub base v2.0
«De perdidos, al río». Por más que uno se empeñe en ocultarla, la verdad acaba por salit. Hemos intentado insinuarlo con otros títulos:
Todos nacemos vascos
,
Ponga un vasco en su vida
, siempre de una manera más sutil, sin mayor pretensión que hacer pasar un rato agradable al lector. Ahora el carácter se revela y nos empuja a la palestra. Algún día me veré obligado a esconderme detr´qas de un seudónimo, de momento sigo firmando como Óscar Terol. No quisieron dejarme solo en esta aventura Susana Terol, Isamay Briones e Iñaki Terol, pero no los culpen de nada malo, por fagor; actuaron bajo la presión del cariño y del apellido.
Querido lector, la información que encontrará en las siguientes páginas no es verdadera ni es falsa; es una interpretación de lo que yo percibo, contada con el rigor y la técnica de un caricaturista callejero. Nada más lejos de mi intención está el ánimo de sentar cátedra ni dictar sentencia alguna sobre el tema tratado en el libro. Ni siquiera aspiro a «contribuir con mi aportación» a ningún contenedor del conocimiento humano, tampoco a «crear opinión», eufemismo de moda utilizado por algunos impositores intelectuales. Ahora bien, tampoco esconderé la mano que sujeta el carboncillo, reivindico la caricatura como la aproximación más valiente y certera a la realidad, que no es más que la suma objetiva de nuestros puntos de vista subjetivos. Conviene recordar que las proporciones, los cánones y los modelos que hay que seguir los ha creado, siempre, el adulto, presa de la convención social. El niño, con la creatividad inmaculada, en cambio, es capaz de dibujar a su padre de tamaño más grande que la casa donde vive. Y convendrá conmigo en que son los niños los únicos a los que se puede otorgar el privilegio de decir la verdad. Porque la mítica sinceridad atribuida popularmente al borracho permítanle ponerla en tela de juicio. ¿Quién no ha protagonizado ventas de parcelas de la Luna, o de planetas enteros, después del segundo gin tonic?
Por tanto, me alegro de tu condición de persona adulta, con criterio formado y solvencia económica, porque te ha permitido comprar este libro. Y solicito al niño que llevas dentro que salga para leerlo como lo que es: la verdad absoluta sobre la mujer vasca.
Este libro sigue la estela de
Todos nacemos vascos
y
Ponga un vasco en su vida
, títulos que tuvieron a bien apadrinar mis amigos de Aguilar, pero no se puede considerar, simplemente, como la tercera parte de la trilogía. Olvidémonos del concepto lineal y de las rutas de superficie; a lo largo de las siguientes páginas lo invito a un viaje al centro de la madre Tierra. Como rezaba la canción del gran Javier Gurrutxaga: «Viaje con nosotros si quiere gozar, y disfrute de las hermosas historias que le vamos a contar…».
Sé que mi condición de hombre, vasco, emparejado con una mujer vasca —por lo menos, de momento, todavía no ha leído el libro, luego ya veremos—, me inhabilita como imparcial y objetivo, es cierto. Ahora bien, soy un antagonista activo de la historia, y eso abre infinidad de puertas a la curiosidad malsana del lector ávido de morbo. Agradezcan, por tanto, al editor el hecho de que haya optado por encargarme este libro a mí, un humilde «reportero de guerra» en zona de conflicto, y no a algún hispanista europeo con ganas de comer chuletones y beber txakoli a costa de la investigación. Yo te aseguro que tengo el trabajo de campo hecho desde que nací, y sé de lo que hablo, como sé, también, por qué callo algunas cosas. No han sido muchas, a decir verdad, el libro peca de generoso y demasiado explícito en algunos pasajes. Me ha ocurrido lo mismo que a las mujeres vascas: que quieren sacarte algo para picar y acaban por prepararte un banquete de bodas. Espero que lo disfruten tanto como yo lo he hecho mientras lo escribía con la ayuda y la complicidad de mis hermanos Susana, Iñaki e Isamay. Y es que un vasco es una familia alrededor.
Mujer, en el presente libro, que te dedico de todo corazón, verás que hay párrafos que están introducidos en un marco o recuadro. Te pediría, por favor, que no los leyeras ya que van dirigidos exclusivamente a los lectores varones. No te vas a perder nada importante, la información privilegiada está en el resto del libro, y es mucha y muy valiosa como podrás comprobar. Los pequeños txokos, para los que te pido «censura
motu proprio
», no son más que aliviaderos, rendijas de complicidad para que podamos respirar los que, también, hacemos posible este libro, los hombrecillos que vivimos a vuestro lado. Gracias de antemano por no hacer caso y porque sé que los vas a leer con la dosis de ternura necesaria, como la madre que lee un ejercicio de redacción de su hijo plagado de faltas de ortografía.
Indudablemente, para ti que lo estás leyendo, es una pregunta carente de sentido. De la misma naturaleza absurda que la clásica: «¿No nos estaremos precipitando, cariño?», que se formulan dos amantes indecisos justo después de despojarse de la ropa interior, en ese punto donde el retorno es prácticamente imposible, tan sólo al alcance de mentes muy poderosas. De todas formas, aun siendo una pregunta prescindible, me sirve para aclarar algunas dudas referidas a la utilidad práctica de este manuscrito. Dados el título y la temática que abordamos, podría parecer que su lectura resultase más interesante a algunas personas que a otras. Rotundamente, no. Desgajando a machete el amplio espectro social actual a nivel mundial, nos encontramos con cuatro grandes grupos de población en los que estaríamos incluidos todos los seres humanos del planeta Tierra: «Mujer y vasca; mujer no vasca; hombre vasco; hombre no vasco». En efecto, la suma es correcta; da más de seis mil millones de personas. Y podemos asegurarte que, independientemente de tu origen y de tu género, la información que vas a encontrar en las páginas que no tienen dibujo te servirá de gran ayuda. Te lo vamos a detallar a continuación. Vamos a suponer que eres:
En esta vida me ha tocado ser hombre, y nacer en el País Vasco. Si a esta circunstancia añadimos mi escaso interés por los viajes que necesitan de aeropuerto, podría asegurar que la práctica totalidad de mujeres con las que he compartido algo más que un saludo son vascas. Mi currículo lo completa un fleco mediterráneo y una o dos abducciones extraterrestres que no se llegaron a consumar. Por tanto, hablaré de las mujeres que yo conozco, que son las que me rodean; una me parió, a otra la hice parir y todas las demás me ayudan a crecer, a todas las admiro. En cuatro rasgos generales definiría a la mujer que yo conozco como fuerte, protectora, responsable y valiente. Las hay vagas, débiles y derrochadoras, pero ése es otro libro.