Read Técnicas de la mujer vasca para la doma y monta de maridos Online
Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Iñaki Terol,Isamay Briones
Tags: #Humor
Algunas lo sufren en silencio fundiendo la tarjeta de los Patxis de turno en el bingo, en reuniones de
tuppersex
, en visitas a las primas de Londres, en las peluquerías o comprando
tupperwares
en los chinos. Todo depende de la posición social que se ostente.
Otras, sin embargo, se dedican a tocar la moral de sus maridos sin límites.
Y algunas veces, fruto del sigilo y la paciencia que poseen para otear al contrario, consiguen recompensas que les da para vivir un año entero. Como cuando desvelaron hasta el DNI de la misteriosa mujer que todas las mañanas entraba en el txoko. Y lo hicieron con la sutileza que las caracteriza.
—Oye, Antxon, ¿no decías que las mujeres no entraban en el txoko?
—¿Pues?
—La Maite ha visto entrar a una varias veces en el vuestro.
—¿Y de qué color tenía el pelo, pues?
—Morena con rizos.
—Ahhhhh, ésa es la Keli.
—¿Y por qué entra ésa?
—Porque es la que limpia, joder.
La Keli, personaje que ya ha entrado a formar parte de la mitología vasca. En breve la podrá encontrar en Wikipedia justo debajo de la Mari.
Lo cierto es que el hombre vasco necesita su terapia de grupo particular, y ésa está en el txoko, donde rinden culto a la carne. Sí, a la carne desnuda de una merluza o a la carne agrupada en costillas de una vaca. Y no quieren testigos con flequillo color rojo a dos palmos de las cejas. Lo dicho: el refugio.
A estas alturas del siglo
XXI
es muy probable que hayas tenido la fortuna de visitar un txoko. Bien sea porque la vida te ha regalado un cuñado vasco o porque un agosto a la sombra de un chiringuito mediterráneo tuviste la dicha de iniciar contacto cervecero y de papas aliñas con un tal Peio, que para más inri resultó ser el presidente de un txoko en Lazkao. Un pleno al quince, vamos; pedazo de puntería la tuya.
Pero, como no todo el mundo tiene esa intimidad con la suerte, intentaremos describir cómo es un txoko por dentro. Recorreremos sus estancias y profundizaremos en el arte de combinar los elementos ornamentales que posee un vasco.
Los txokos suelen estar ubicados en el barrio de la cuadrilla, cerca de casa. Normalmente, ocupan la lonja o bajera de un edificio, o los sótanos. No se encontrará un txoko en el piso cuadragésimo segundo de una torre ni aunque se vea el ratón de Cetaria por la ventana. Al vasco le gusta tener contacto con la tierra, de ahí términos tan conocidos como zulo, botxo o zulobero.
Lo primero que se aprecia cuando se entra en un txoko por primera vez es espacio, amplitud, técnica brumosa para el gremio interiorista, pero que el vasco solventa con maestría: pocos muebles. El efecto es de pista de baile casera a punto de
Paquito el chocolatero
.
La sobriedad y la austeridad son las cualidades básicas con las que arriesgan a la hora de ensamblar el txiringito. Y no es que anden cortos o que no haya posibles, no. El vasco se apellida práctico: cocinar, beber y comer. La
tela
está en la cocina y en su despensa, el santuario de cualquier txoko, y, por supuesto, en la bodega. El resto es una hermandad de maderas, más o menos distribuidas de forma estética que sirven para apoyar los platos, el vino y las cartas.
Y lo primero es la cocina, la mejor del mundo. Para que te hagas una idea: similar a la de un restaurante de siete estrellas Michelin. Normalmente, los fuegos se sitúan en una isleta central: el txokolari es devoto de cazuelas en ebullición, así que las quiere agrupadas bajo una gran campana extractora de humos. El resto de la cocina está dedicado a zonas de esparcimiento, donde se canta, se jura en hebreo, se hacen catas, se manipulan los alimentos, se corta, ralla, pica, trocea, albarda, aliña, macera y decora los manjares que saldrán a la mesa. Lo demás es zona de fregoteo, porque el hombre vasco con txoko suele ser hostil a los aparatos esos que lavan los platos; sí, hombre, ¿cómo se llamaban? Lavavajillas, joder, que no me salía. Como mucho llegan a tener un fregadero de dos senos, un bote de lavavajillas y una esponja guiñapo. Ya lo hemos dicho anteriormente: friega la Keli.
Si eres de los elegidos, pide que te enseñen la despensa. La generosidad comprando víveres de un vasco es directamente proporcional a su misoginia txokera. No hay embotado que se le resista ni lata que le desafíe: es un campeón de los ultramarinos.
Grandes mesas de madera con bancos corridos se divisan en un rincón de la estancia principal. No hay manteles de hilo, ni siquiera de algodón, son de papel, y si hay invitados se saca el de poliéster de cuadros rojos y blancos con servilleta a juego. La vajilla suele ser de porcelana china blanca sin discusión o de cristal en las modalidades ámbar, verde o cristal, dependiendo de la celebración.
En la otra punta un muro de piedra con encimera de madera acota y limita el acceso. Tras la barra de granito con embellecedor se esconde la bodega. El morapio se distribuye en baldas especiales perfectamente alineadas y conservadas con la solera que otorga la añada. La entrada es restringida, arte sacro sólo para el sumiller de la cuadrilla.
A estas alturas del relato le habrá quedado claro que las mujeres no ponen el pie en un txoko, ¿o no? Efectivamente, no hay chenille, ni otomán, ni terciopelo o loneta, ni butacas orejeras, ni alfombras, ni pañitos de ganchillo, ni cortinas con abrazaderas, ni mesas bajas para tomar café. El Athletic, la Real, el Alavés y el Osasuna, el Igueldo, la ikurriña, Altos Hornos y La Concha, o el presidente del txoko, inmortalizado junto al chuletón del verano de 1980, constituyen los elementos ornamentales y tapizan las frías paredes de color blanco al gotelé. La mujer vasca se queda fuera discutiendo el derecho de admisión sin hojas de reclamaciones.
En los mentideros donostiarras aún resuena la leyenda urbana de Kepa Gorostizabal, presidente del txoko Alai, que cayó fulminado mientras disfrutaba de una merluza en salsa verde rodeado de toda su cuadrilla. Cuentan las malas lenguas que montó un txoko en el cielo y que vivía como Dios. A los pocos meses su mujer, Aintzane, murió y se reencontraron en el paraíso cuando Kepa entraba en el txoko:
—Cariño, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡qué alegría verte de nuevo!!!!!!!!!
—No jodas, Aintzane, que el contrato estaba muy clarito. ¡¡¡¡¡¡¡Hasta que la muerte nos separe!!!!!!!
¿No me digas que no he arriesgado en esta última parte, amigo? Si intentas quedar bien con todo el mundo, te metes en el laberinto de lo políticamente correcto y te pierdes. Había que elegir: seguir insuflando moral a tu señora, que ya está que se le sale el pecho de la blusa, o animarte a ti, compañero, que llevas una somanta considerable en este libro. Lo tenía claro: primero, labores humanitarias. Bueno, lo peor ya ha pasado, lo que viene a continuación, incluso, te puede hacer hasta gracia. ¡Ánimo! |
La mujer vasca habla un idioma que no se estudia en ninguna academia del mundo y no puntúa en las oposiciones, pero estamos de enhorabuena: gracias a la ayuda de hombres que están en contacto permanente con él, hemos podido confeccionar un diccionario breve con los significados más importantes del mismo. Se trata de frases que ella utiliza con mensajes subliminales no perceptibles por el oído humano; dicho de otra manera, cuando una mujer te dice una cosa, en realidad está queriendo decir otra completamente distinta, que uno tiene que averiguar. Un lío. Quizá algunas frases te suenen más que otras, pues cada mujer tiene sus favoritas. Puedes añadir las que retumban en las paredes de tu propia casa. Examina la mímica gestual o el lenguaje corporal que acompaña cada oración para entender qué está queriendo decir exactamente; si da la espalda cuando la pronuncia, si predomina la mueca o la combinación de ellas o si se mantiene como una estatua de hielo o un mimo siberiano, sin mover ni un solo pelo. Ahí van, no están todas las que son, pero son todas las que están. Esto es lo que ella te está queriendo decir exactamente:
Sólo voy a poner algo para picar
= más os vale que tengáis hambre, porque voy a sacar comida como para una boda.
Miraré en el congelador a ver si por carnalidad tengo algo
= de los siete guisos que congelé ayer por la tarde, por si acaso venía alguien de visita, sacaré uno al azar.
De tirar a la basura esas sobras ¡ni hablar!
= de tirar a la basura los tropiezos para las croquetas de mañana ¡ni hablar!
Me parece que mañana es la víspera de…
= me parece que mañana no os libráis de un pedazo de tarta de hojaldre con avellanas y chocolate.
No os preocupéis por mí, de verdad, que apenas me duele
= me duele bastante la espalda, tengo una ciática de caballo y unas décimas de fiebre, pero, como deje de hacer las tareas de casa, esto se hunde.
Ya estoy algo mejor
= lo único que se me ha pasado ha sido la fiebre, la espalda me sigue doliendo y el dolor ha bajado a la pierna.
Me ducho y salinas
= me ducho, me pinto las uñas, me seco el pelo, meto el bizcocho en el horno, me maquillo, doy de comer al gato, pongo el bacalao a remojar, me cambio, me miro al espejo, me vuelvo a cambiar, saco el bizcocho y salimos.
Le voy a dar un repasito a la casa
= voy a hacer una limpieza general de órdago a la grande y voy a dejar la casa como para que vengan de una revista de decoración a sacar fotos.
Estoy algo cansadilla
= estoy rendida, a punto de la extenuación, molida, agotada, sin resuello. Si tú estuvieras así, estarías ingresado en urgencias hace tiempo.
Atente a las consecuencias
=
alea jacta est
, la suerte está echada, y no ha caído de tu lado precisamente.
Igual no os gusta mucho la tortilla que he hecho
= me vais a hacer la «ola».
¿Quieres hacer caso cuando te hablo?
= ¿quieres hacer caso en general, cuando te hablo y cuando no te hablo también?
Peio, me estoy empezando a cansar de ti
= Peio, llevo veinte años cansada de ti.
Cariño, hoy que cenamos solos, pondré croquetas para ti y para mí
= cariño, hoy que cenamos solos, pondré croquetas para ti y para mí, y para tu hermana, que le encantan; para Víctor y Arantxa, que andan con poco tiempo para cocinar; para mi cuñada, para los del 3° B, y para congelar.
¿Os habéis quedado con hambre?
= me extraña, pero ¿hay por casualidad alguien que no se haya empachado?
Chica, mi marido tiene el colesterol por las nubes
= chica, me encanta la repostería; ya puede ser un día entre semana que me lío a hacer torrijas y no paro.
Tú verás lo que haces
= yo ya veré lo que hacemos.
Josean, cariño, ¿quieres bajar la basura?
= baja la basura, Jo-sean.
Baja la basura, Josean, anda
= baja la basura, Josean, y no tardes.
¿Vas a hacer que baje yo la basura, Josean?
= joder, Josean, ¡qué poco inteligente eres! No sólo vas a bajar la basura ahora mismo, sino que también voy a estar dos días sin hablarte.
Deberías cortarte el pelo un día de éstos
= te he cogido hora para la peluquería mañana a las doce.
Vas a hacer que me enfade
= aunque tú no tengas nada que ver, me acabo de enfadar.
¡Anda!
= no me ha desagradado el piropo, cariño.
¡Anda, anda!
= me ha gustado mucho el piropo que me has echado, cariño.
Anda, anda, vete por ahí
= me han encantado esos piropos, y sobre todo el beso que me has dado, cariño.
De aquí no se mueve nadie
= de aquí no te mueves tú.
Hoy tengo mal día
= hoy vas a tener mal día.
Tendremos que ir pensando en las vacaciones, ¿no?
= este año iremos a Salou la primera quincena de agosto.
Tendremos que ir pensado en pintar la cocina, ¿no?
= ya puedes ir comprando brochas y pintura que quiero tener pintada la cocina antes de ir a Salou.
Cariño, ¿te parece bien la opción de Salou?
= cariño, sabes que vamos a ir a Salou, ¿no?
No te creas, Maite, yo en la cocina, sota, caballo y rey
= para que lo sepas, Maite, yo en la cocina te hago cualquier guiso: unas menestras impresionantes, el bacalao en todas sus versiones, el pescado lo bordo, estofados, cocino la pasta como en Italia, la paella la clavo, los arroces en general me salen muy bien, las sopas me salen genial, las tortillas son de concurso, fritos, entremeses, alubias exquisitas, todo lo que sea a la parrilla, mi especialidad son los postres, etcétera.
Cariño, acompáñame un segundo a ese mercadillo que voy a echar un vistazo
= cariño, acompáñame cuatro horas a ese mercadillo que lo voy a arrasar.
¿Ya has mirado en los cajones de la cómoda a ver si están las gafas?
= tienes las gafas en el tercer cajón de la cómoda, debajo de mi gorro de lana y al lado del listín de teléfonos.
A saber dónde habrás estado
= sé, a ciencia cierta, que has estado en el bar de debajo de casa, luego te has ido al de la esquina, después has ido al txoko con Andoni, Mikel y Pablo, y mucho me temo que se os ha pasado por la cabeza el puticlub.
Si tú te ves bien con esa cazadora, pues cógetela
= yo ya te he visto bien. ¡Hale, paga!
Si mal no recuerdo, mañana creo que cumple los años la tía Mercedes
= tengo una memoria de elefante, mañana es el cumpleaños de Mercedes, el jueves el de su yerno, dos días más tarde el de tu prima Lucía, luego viene el de su marido que es el mismo día que el de Paco tu compañero de trabajo que hace 60, los mismos que mi tío Luis; por cierto, hoy es su santo, lo voy a llamar.
Te he traído estos tres jerséis de la tienda, pruébatelos a ver cuál te pista más
= te he traído estos tres jerséis de la tienda, pruébatelos que ya está elegido el verde de rombos.
¿Vas a salir con esa ropa a la calle?
= si no te pones otra ropa, no sales a la calle ni en broma.
Ah, he estado en la pelu
= si por un casual te interesa saber dónde se me han ido los cien euros, mírame la cabeza.
¿Tenías pensado ver hoy el partido del Athletic en la tele?
= hoy echan en la tele
Siete novias para siete hermanos
, ve haciéndote a la idea de que la voy a ver.
No sé si tendré una aspirina en el bolso, voy a mirar
= las tengo de todos los colores y sabores, voy a sacarte una oferta de medicinas que no ofrecen muchos hospitales.
Ya me podías colgar esos cuadros un día de éstos
= el día de colgar los cuadros es hoy.
¿No crees que ese cuadro ha quedado un poco torcido?
= ¡los quiero rectos!
Paco, cariño, ¿a que no sabes qué día es hoy?
= Paco, ¿en serio que no se te cae la cara de vergüenza de no acordarte de que hoy son nuestras bodas de oro?
Pues no conocía a esa chica a la que has saludado
= cariño, ya me puedes ir diciendo quién es esa chica a la que has saludado, si está soltera, dónde trabaja, de qué la conoces, si la sueles ver mucho por ahí, por qué la has saludado tan efusivamente y por qué le has mirado el culo.
¿Sois muchos en tu nueva empresa, cariño?
= ¿hay alguna chica en tu nueva empresa, cariño?
No tengo nada de ropa que ponerme
= ya va siendo hora de sacar a la visa varios modelitos más.
Hace tiempo que no me compro nada de ropa
= hoy toca sesión de probadores contigo haciendo de hombre-percha.
Manolo, ¿me sientan bien, estos pantalones?
= Manolo, ¿me voy a enfadar contigo?
Enséñame ese pantalón que te has puesto para la reunión
= ve quitándote ese pantalón, que te lo voy a planchar.
Manolo, ¿vas tú por el pan o voy yo?
= anda, Manolo, sube dos de leña y uno sin sal.
Cariño, ¿te has fijado en lo bonitos que eran esos zapatos del escaparate?
= cariño, ahí a la vuelta tienes un cajero, yo te espero dentro de la zapatería.
Oiga, no lo entretengo mucho, sáqueme esos zapatos que he visto en el escaparate
= oiga, lo voy a volver loco, pero empiece por sacarme esos zapatos que he visto en el escaparate.
Ya estás tardando
= ya la has cagado.
Sí, Mari, pero mi marido también tiene sus días hunos
= no veas, Mari, lo cafre que está hecho mi marido.
Y bueno, alguna chapucilla ya me hace en casa
= buf, y no veas lo torpe que es.
¡Juan Carlos, ahí me estás estorbando!
= Juan Carlos, me estorbas en todos los lados.
Desde luego, cariño, ¡vacaciones y qué asco de tiempo estamos teniendo!
= desde luego, cariño, ya sé que no tienes la culpa del mal tiempo, pero ¡es la última vez que te dejo elegir el destino de las vacaciones! Si hubiéramos ido a Salou.