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Authors: Michael Blake

Tags: #Aventuras

Bailando con lobos (31 page)

BOOK: Bailando con lobos
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Al cabo de unos segundos su mirada se posó directamente sobre Pájaro Guía y el chamán pensó que nunca había visto al teniente tan tranquilo y seguro de sí mismo.

Entonces, Dunbar sonrió. Fue una sonrisa tenue, pero llena de confianza.

—Yo soy Bailando con Lobos —dijo en un comanche perfecto.

Luego se apartó de la hoguera y condujo a «Cisco» hacia el río para que bebiera.

Capítulo
24

El primer consejo de Diez Osos no fue concluyente, pero al día siguiente del regreso del teniente Dunbar se celebró otra reunión en la que se alcanzó un sólido compromiso.

En lugar de marcharse inmediatamente, como habían deseado los hombres jóvenes, la incursión contra los pawnee se retrasaría una semana para hacer los preparativos necesarios. También se decidió que en la partida quedarían incluidos algunos guerreros experimentados.

Cabello al Viento estaría al mando y Pájaro Guía también iría, proporcionando la crítica guía espiritual sobre cuestiones prácticas, como la elección de los lugares donde acampar, los momentos propicios para el ataque o la adivinación de los presagios imprevistos, algunos de los cuales aparecerían, sin lugar a dudas. Sería un pequeño grupo de unos veinte guerreros, y andarían a la búsqueda de botín, antes que de venganza.

Había puesto un gran interés en este grupo, porque varios de los hombres jóvenes saldrían por primera vez como guerreros de pleno derecho; el hecho de que se les adscribieran hombres tan distinguidos para conducirlos produjo excitación suficiente como para alterar la plácida rutina normal del campamento de Diez Osos.

La rutina del teniente Dunbar, alterada ya por el extraño día y noche pasados en el antiguo cañón, también se vio alterada. Con tantas cosas de que ocuparse, las reuniones en el cobertizo se vieron constantemente interrumpidas, y después de dos días pasados de la misma forma fueron discontinuas.

Asediado como estaba, Pájaro Guía se sintió feliz de dedicar toda su atención a la planificación de la incursión. En Pie con el Puño en Alto se sintió contenta por la aparición de este período de enfriamiento, y a Bailando con Lobos le sucedió otro tanto. Para él estaba cada vez más claro que ella hacía un esfuerzo extra por mantener la distancia, y se sintió aliviado al ver que se interrumpían las sesiones, aunque sólo fuera por esa razón.

Los preparativos para la partida de guerra le intrigaron y durante todo el tiempo que pudo se mantuvo a la sombra de Pájaro Guía.

El chamán parecía estar en contacto con todo el mundo en el campamento y a Bailando con Lobos le encantó quedar incluido, aunque sólo fuera como observador. Aunque su dominio del comanche distaba mucho de ser fluido, ahora ya era capaz de captar lo esencial de lo que se decía, y dominaba tan bien el lenguaje de los signos que durante los días inmediatamente anteriores a la partida del grupo hubo poca necesidad de llamar a En Pie con el Puño en Alto.

Fue una educación de primera fila para el antiguo teniente Dunbar. Se sentó y participó en numerosas reuniones en las que se delegaron responsabilidades a cada miembro de la partida, algo que se hizo con un notable cuidado y tacto. Leyendo entre líneas, observó que, entre las numerosas cualidades de Pájaro Guía, ninguna destacaba más que su capacidad para que cada uno de los hombres se sintiera como un miembro crucialmente importante de la cercana expedición.

Bailando con Lobos también pudo pasar el tiempo con Cabello al Viento. Como éste había luchado contra los pawnee en numerosas ocasiones, todo el mundo quería escuchar las historias de aquellos enfrentamientos. De hecho, éstas eran vitales para la preparación de los hombres jóvenes que participarían en la partida. Las clases informales sobre táctica de guerra se llevaban a cabo dentro y alrededor de la tienda de Cabello al Viento, y Bailando con Lobos se fue sintiendo contagiado a medida que transcurrieron los días.

Al principio, ese contagio fue de baja intensidad, limitándose a ociosas reflexiones sobre cómo sería emprender el camino de la guerra. Pero finalmente sintonizó con el fuerte deseo de participar en la lucha contra los enemigos de los comanches.

Esperó pacientemente a que se produjeran las ocasiones oportunas en las que solicitar el poder acompañarles. Tuvo sus oportunidades, pero esos momentos surgieron y pasaron sin que él supiera qué decir. El temor a que alguien le dijera que no le hizo sentirse tímido.

Dos días antes de la fecha prevista para la salida del grupo, se divisó un gran rebaño de antílopes cerca del campamento, y un grupo de guerreros, incluyendo a Bailando con Lobos, salió en busca de carne.

Utilizando la misma técnica de rodeo que habían empleado en la caza del búfalo, los hombres pudieron matar un gran número de animales, unas sesenta cabezas en total.

La carne fresca siempre era bien recibida pero, lo que era más importante aún, la aparición y la caza con éxito del antílope se consideró como una señal de que la pequeña guerra contra los pawnee tendría un buen resultado. Los hombres que partirían se sentirían mucho más seguros sabiendo que sus familias no se verían presionadas por la necesidad de comida, aunque ellos estuvieran fuera durante varias semanas.

Aquella misma noche se organizó una danza de agradecimiento y todo el mundo se sentía muy animado. Todos, excepto Bailando con Lobos. A medida que fue transcurriendo la noche y observaba a la distancia, su estado de ánimo se hizo más y más melancólico. No hacía más que pensar en que le dejarían atrás; ahora ya ni siquiera podía soportar esa idea.

Maniobró para situarse cerca de En Pie con el Puño en Alto y cuando la danza se interrumpió, él se encontró a su lado.

—Quisiera hablar con Pájaro Guía —le dijo.

Ella pensó que algo andaba mal. Le miró a los ojos para descubrir las claves, pero no encontró ninguna.

—¿Cuándo?

—Ahora.

Por alguna razón, él no pudo calmarse. Se mostró insólitamente nervioso y azorado, algo que percibieron tanto En Pie con el Puño en Alto como Pájaro Guía, mientras se dirigían a la tienda.

La ansiedad de Bailando con Lobos se hizo aún más evidente una vez que estuvieron sentados en la tienda. El chamán renunció esta vez a las formalidades habituales y abordó con rapidez el tema.

—Di tus palabras —dijo, hablando a través de En Pie con el Puño en Alto.

—Quiero ir.

—¿Ir, a dónde? —preguntó ella.

Bailando con Lobos se removió inquieto, acumulando su valor.

—Contra los pawnee —respondió.

Esto le fue transmitido a Pájaro Guía. El chamán permaneció imperturbable, a excepción de sus ojos, que se abrieron un poco más de lo usual.

—¿Por qué quieres hacer guerra contra los pawnee? —preguntó, lógicamente—. A ti no te han hecho nada.

Bailando con Lobos pensó un momento.

—Son enemigos de los comanches —contestó.

A Pájaro Guía no le gustó la respuesta. Percibió en ella algo forzado. Bailando con Lobos se estaba precipitando.

—En esta incursión sólo pueden ir guerreros comanches —dijo de forma terminante.

—He sido un guerrero en el ejército del hombre blanco durante más tiempo que algunos de los hombres jóvenes que van a tener que ser aprendices. Algunos de ellos hacen la guerra por primera vez.

—Se les ha enseñado a hacerla al estilo comanche —replicó el chamán con suavidad—. A ti no se te ha enseñado eso. El estilo del hombre blanco no es el del comanche.

Bailando con Lobos perdió entonces algo de su determinación. Sabía que estaba perdiendo la partida. El tono de su voz se hizo más bajo.

—No puedo aprender el estilo comanche de hacer la guerra si me quedo en el campamento —dijo con lentitud.

Para Pájaro Guía fue una situación difícil que hubiera preferido no se produjera.

El afecto que sentía por Bailando con Lobos era profundo. El soldado blanco había sido su responsabilidad, y había demostrado que valió la pena correr los riesgos que Pájaro Guía había afrontado. En realidad, fue algo más que eso.

Por otro lado, el chamán había alcanzado una posición elevada y respetada gracias a la acumulación continua de sabiduría. Ahora era sabio y capaz de comprender el mundo lo bastante bien como para que eso constituyera un gran servicio para su pueblo.

Ahora, Pájaro Guía se sentía dividido entre el afecto por un hombre, y el servicio a su comunidad. En el fondo de sí mismo sabía que no había competencia posible. Toda su sabiduría le decía que sería un error llevar consigo a Bailando con Lobos. Mientras se esforzaba por dar una respuesta a la pregunta, escuchó a Bailando con Lobos decirle algo a En Pie con el Puño en Alto.

—Él dice que se lo preguntes a Diez Osos —le transmitió ella.

Pájaro Guía levantó la mirada y observó la expresión esperanzada en los ojos de su protegido.

—Así lo haré —asintió.

Aquella noche, Bailando con Lobos durmió mal. Se maldijo a sí mismo por sentirse demasiado excitado como para poder dormir. Sabía que no se tomaría ninguna decisión hasta el día siguiente, y eso parecía hallarse muy lejos. Se pasó toda la noche durmiendo diez minutos y permaneciendo despierto otros veinte. Finalmente, se levantó media hora antes del amanecer y se dirigió al río para bañarse.

La idea de esperar en el campamento a que se le comunicara la decisión le pareció insoportable y aprovechó la oportunidad cuando Cabello al Viento le preguntó si quería participar en una exploración para localizar a los búfalos. Se alejaron bastante hacia el este y ya estaba bien entrada la tarde cuando regresaron.

Dejó que Risueño se hiciera cargo de «Cisco» y lo llevara de vuelta a la manada y entró en la tienda de Pájaro Guía, con el corazón latiéndole aceleradamente.

Pero allí no había nadie.

Estaba decidido a esperar hasta que regresara alguien, pero entonces escuchó voces de mujeres, mezcladas con el trajín del trabajo, provenientes desde el exterior. No transcurrieron muchos minutos antes de que la curiosidad le obligara a abandonar la tienda.

Directamente detrás de la tienda de Pájaro Guía, a pocos pasos de distancia del cobertizo, encontró a En Pie con el Puño en Alto y a las esposas del chamán dando los toques finales a una nueva tienda recién levantada.

Estaban cosiendo las últimas pieles y él las observó trabajar durante un rato antes de hablar.

—¿Dónde está Pájaro Guía? —preguntó.

—Con Diez Osos —contestó En Pie con el Puño en Alto.

—Le esperaré —dijo Bailando con Lobos volviéndose para marcharse.

—Si quieres, puedes esperar aquí —dijo ella, sin molestarse en levantar la mirada de su trabajo. Se detuvo un instante para limpiarse las gotas de sudor que le caían por la sien y se volvió a mirarle—. Hemos hecho esto para ti.

La conversación con Diez Osos no duró mucho, o al menos lo sustancial de la misma.

El anciano estaba de muy buen humor. A sus doloridos huesos les encantaba el tiempo cálido y, aunque no participaría, la perspectiva de una aventura con éxito contra los odiados pawnee era algo que le encantaba. Sus nietos estaban bien gordos después de los festines del verano, y últimamente cada una de sus tres esposas se había mostrado especialmente cariñosa.

Pájaro Guía no podría haber elegido mejor momento para verle y consultarle acerca de una cuestión delicada.

Cuando el chamán le habló sobre la petición de Bailando con Lobos, Diez Osos escuchó impasiblemente. Preparó su pipa antes de hablar.

—Me has dicho lo que hay en su corazón —dijo el anciano—. Pero ¿qué hay en el tuyo? —preguntó, preparándose para ofrecerle la pipa a Pájaro Guía.

—Mi corazón me dice que él está demasiado ansioso. Lo desea demasiado, y demasiado pronto. Es un guerrero, pero no es un comanche. Y no será un comanche durante un tiempo.

Diez Osos sonrió.

—Siempre hablas bien, Pájaro Guía. Y también ves bien. —El anciano encendió la pipa y se la pasó—. Y ahora dime, ¿para qué querías mi consejo?

Al principio fue una decepción terrible. Lo único con lo que pudo compararlo fue con una disminución en el rango. Pero la desilusión fue mucho más que eso. En realidad, nunca se había sentido tan desilusionado.

Y, sin embargo, le asombró la rapidez con la que se le curó esa herida. El dolor desapareció casi en cuanto Pájaro Guía y En Pie con el Puño en Alto abandonaron la tienda.

Se tumbó sobre la nueva cama de su nuevo hogar y se preguntó a qué habría venido este cambio. Sólo habían transcurrido unos pocos minutos desde que recibiera la noticia, pero ahora ya no se sentía aplastado por ella. Ahora sólo era una pequeña desilusión.

«Eso es algo que tiene que ver con el hecho de estar aquí —pensó—. Estar con esta gente. Tiene algo que ver con el hecho de sentirme mimado».

Pájaro Guía lo había hecho todo con mucha precisión. Acudió seguido por las dos mujeres, En Pie con el Puño en Alto y una de sus esposas, llevando mantas. Después de que ellas hubieran preparado la nueva cama, la esposa se marchó y ellos tres, Pájaro Guía, En Pie con el Puño en Alto y Bailando con Lobos se quedaron de pie, mirándose entre sí, en el centro del
tipi
.

Pájaro Guía no hizo la menor alusión a la incursión o a la decisión que se había tomado en contra de sus deseos. Simplemente, empezó a hablar.

—Sería muy bueno que tú hablaras con En Pie con el Puño en Alto mientras yo estoy fuera. Deberías hacerlo en mi tienda, para que mi familia pueda verlo. Quiero que te conozcan mientras yo estoy fuera, y quiero que tú les conozcas a ellos. Me sentiré mejor sabiendo que tú cuidas de mi familia mientras estoy lejos. Acude junto a mi hoguera y come si tienes hambre.

Una vez hecha esta invitación a cenar, el chamán se volvió bruscamente y se marchó, seguido de inmediato por En Pie con el Puño en Alto.

A Bailando con Lobos le asombró comprobar que su depresión se evaporaba con rapidez. Su lugar quedó ocupado por una sensación de júbilo. No se sintió pequeño, en modo alguno. Se sintió más grande.

La familia de Pájaro Guía estaría bajo su protección y la idea de servirlos en el cumplimiento de ese papel le atrajo desde el primer instante. Además, volvería a estar con En Pie con el Puño en Alto y eso también agradó a su corazón.

La partida de guerra estaría fuera durante algún tiempo, lo que le proporcionaría a él la oportunidad de aprender mucho comanche. Y sabía que en el proceso aprendería algo más que el lenguaje. Si trabajaba con aplicación se encontraría en un nivel completamente nuevo para cuando regresaran sus mentores. Y esa idea le gustó.

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